19/05/2021, 19:16
Juro frunció el ceño, ante la negativa de sus compañeros. Era normal que Kumopansa se frustrara por la falta de comunicación pero, siendo realistas, no había otra opción. ¿Qué podían hacer para estar en contacto? Él no tenía los medios para crear un sello con el que comunicarse a distancia, y las cartas eran demasiado peligrosas. Por otro lado, nunca habría imaginado que Yota necesitaba el permiso de Amegakure para estar ahí.
« Quizá yo también me la esté jugando demasiado en este territorio. Tendré que alejarme cuanto antes » — reflexionó, para sí. Si estaba mal visto que un kusajin estuviera, no podía ni imaginarse un exiliado. Es posible que la vigilancia estuviera hasta reforzada para evitar la intromisión de gente externa. Había tenido mucha suerte de enterarse de antemano.
Dejando ese tema aparte, tenían que buscar un lugar donde pudieran encontrarse de manera segura dentro de unos meses, cuando ya seguramente hubieran cambiado de estación. Mientras se frotaba las muñecas, concluyó que el único lugar en el que podía pensar era en el País del Viento. Era un movimiento arriesgado, porque podía revelar su escondite al enemigo, pero hacía ya un tiempo que no regresaba y no pensaba hacerlo otra vez. Su momento de dar la cara había llegado, para bien o para mal.
— En el desierto del País del Viento hay un gran oasis donde se refleja la luna llena. Es un lugar sagrado y por la noche está lleno de turistas — comentó Juro, mientras suspiraba —. Por eso, nos encontraremos ahí por el día, cuando el sol se ponga y no haya nadie. Tomaré precauciones para que nadie sepa que soy yo, aunque no creo que nos encontremos más que un par de viajeros por el camino. Podemos refugiarnos en Inaka cuando caiga la noche. Son unas calles peligrosas, pero hay secretos por todas partes y dudo mucho que el nuestro sea el único.
Observó a sus compañeros, expectante. Quizá no era la opción que ellos habían imaginado, pero bastaría. Un territorio neutral y prácticamente inhabitado. Por mucho que fuera un lugar previsible, primero había que encontrarlos y ya había pasado un año sin que nadie lo hiciera.
« Quizá yo también me la esté jugando demasiado en este territorio. Tendré que alejarme cuanto antes » — reflexionó, para sí. Si estaba mal visto que un kusajin estuviera, no podía ni imaginarse un exiliado. Es posible que la vigilancia estuviera hasta reforzada para evitar la intromisión de gente externa. Había tenido mucha suerte de enterarse de antemano.
Dejando ese tema aparte, tenían que buscar un lugar donde pudieran encontrarse de manera segura dentro de unos meses, cuando ya seguramente hubieran cambiado de estación. Mientras se frotaba las muñecas, concluyó que el único lugar en el que podía pensar era en el País del Viento. Era un movimiento arriesgado, porque podía revelar su escondite al enemigo, pero hacía ya un tiempo que no regresaba y no pensaba hacerlo otra vez. Su momento de dar la cara había llegado, para bien o para mal.
— En el desierto del País del Viento hay un gran oasis donde se refleja la luna llena. Es un lugar sagrado y por la noche está lleno de turistas — comentó Juro, mientras suspiraba —. Por eso, nos encontraremos ahí por el día, cuando el sol se ponga y no haya nadie. Tomaré precauciones para que nadie sepa que soy yo, aunque no creo que nos encontremos más que un par de viajeros por el camino. Podemos refugiarnos en Inaka cuando caiga la noche. Son unas calles peligrosas, pero hay secretos por todas partes y dudo mucho que el nuestro sea el único.
Observó a sus compañeros, expectante. Quizá no era la opción que ellos habían imaginado, pero bastaría. Un territorio neutral y prácticamente inhabitado. Por mucho que fuera un lugar previsible, primero había que encontrarlos y ya había pasado un año sin que nadie lo hiciera.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
...
Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60