16/06/2021, 10:55
La inminente llegada de la bola de energía se acercaba, pero ella tenía que continuar, tenía que terminar su sellado, tenía que hacer eso en lo que destacaba. Plantó sus manos, la joven se lanzó en su ayuda, Daigo fue después.
Y lo último que vio fue luz, una luz antes de caer inconsciente.
—Por fin despiertas. —Eri abrió los ojos con una lentitud ajena a ella. Enfocó lo suficiente para discernir el rostro de la chica—. ¿Cómo te encuentras? Nunca me imaginé que la sellarías en el suelo...
—Me duele la cabeza —murmuró en un gruñido, luego se giró para comprobar si realmente Daigo estaba bien, y la mujer-serpiente estaba sellada de verdad—. Menos mal...
—¿Dónde aprendiste eso? No he conseguido romper el sello de ninguna manera. —Dijo—. Tu amigo dice que tiene unas esposas. Si se las ponemos podríamos hacerla volver a la normalidad.
—Digamos que las técnicas de sellado son mi especialidad —explicó de forma escueta. Tampoco quería revelarle los secretos Uzumaki a una chica que acababa de conocer—. Antes de hacer el contrasellado, necesito reponer un poco mi chakra, si no os importa —pidió, sabiendo que estaba todavía baja—. Luego podemos quitar el sello y ponerla las esposas.
Se llevó una mano a la cara y la restregó, intentando serenarse un poco.
—¿Y tú quién eres? —preguntó sin tapujos a la recién-no tan recién llegada, puesto que por fin que la veía de cerca, ahora podía interesarse por ella: más joven que la Uzumaki, con el cabello claro y un sharingan. Sin duda era, cuanto menos, pintoresca.
Y lo último que vio fue luz, una luz antes de caer inconsciente.
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—Por fin despiertas. —Eri abrió los ojos con una lentitud ajena a ella. Enfocó lo suficiente para discernir el rostro de la chica—. ¿Cómo te encuentras? Nunca me imaginé que la sellarías en el suelo...
—Me duele la cabeza —murmuró en un gruñido, luego se giró para comprobar si realmente Daigo estaba bien, y la mujer-serpiente estaba sellada de verdad—. Menos mal...
—¿Dónde aprendiste eso? No he conseguido romper el sello de ninguna manera. —Dijo—. Tu amigo dice que tiene unas esposas. Si se las ponemos podríamos hacerla volver a la normalidad.
—Digamos que las técnicas de sellado son mi especialidad —explicó de forma escueta. Tampoco quería revelarle los secretos Uzumaki a una chica que acababa de conocer—. Antes de hacer el contrasellado, necesito reponer un poco mi chakra, si no os importa —pidió, sabiendo que estaba todavía baja—. Luego podemos quitar el sello y ponerla las esposas.
Se llevó una mano a la cara y la restregó, intentando serenarse un poco.
—¿Y tú quién eres? —preguntó sin tapujos a la recién-no tan recién llegada, puesto que por fin que la veía de cerca, ahora podía interesarse por ella: más joven que la Uzumaki, con el cabello claro y un sharingan. Sin duda era, cuanto menos, pintoresca.