(S) Tormenta de traiciones

[Sama-sama]

Yui se enfrentó a uno de los guardias, desarmándole casi al instante. Era tan diestra como letal, y acabó con su vida sin dudas. No como Ayame, que apremiada por Zetsuo, terminó disparando a su confundida adversaria a regañadientes, hiriéndola en el vientre. Probablemente sí sería una herida letal, pero con un sufrimiento alargado. Sangrando profusamente, la mujer se arrodilló en el suelo. Se mordió el labio, y haciendo acopio de todas sus fuerzas, se echó una mano al portaobjetos y pegó un sello explosivo en el muslo derecho de Yui, que quedaba más cerca.

—Lo siento, señor Kurama, pero no creo que muera. —Se dijo a sí misma, y despegó el sello de golpe. Una enorme explosión la terminó de mandar al otro barrio. El techo sobre la escalera cayó sobre ellas, pero no bloqueó la salida. Sí llenó todo de un humo negruzco y un olor desagradable a carne quemada.

Cuando el humo se disipó, reveló lo que en realidad había en la salida. Una especie de nave industrial, llena de cajas, algunas ahora ardiendo por la explosión. La puerta metálica del fondo, abollada también por la onda de choque, era la única salida, pero estaba cerrada.

Pero... ¿Y Yui? ¿Cómo estaría Yui? ¿La falta de decisión de Ayame habría provocado una terrible desgracia? ¿O se habría conseguido salvar de la explosión?