El tigre agazapado, el conejo escondido

[Sagiso Ranko]

Ranko se sorprendió al ver cómo el aura de Daigo se desvanecía. Sin embargo, entendía sus razones. Curiosamente era con lo que ella misma había insistido: no llegar al punto de romperse.

Asintió e hizo caso a su amigo. Suspiró, relajando su cuerpo y dejando enfriar su sangre. Pronto sintió el cansancio y el dolor sustituir la adrenalina que corría por su cuerpo. Se inclinó, sudorosa, apoyando las manos en sus rodillas, mientras escuchaba la explicación de las posibles consecuencias de usar el Máximo Esfuerzo por demasiado tiempo. Se irguió cuando escuchó los pasos cautelosos de Meme, quien cargaba los pompones contra el pecho.

—¿Estás bien, hermana? ¿Quién ganó?

La castaña sonrío y colocó una mano suavemente en la coronilla de Meme.

—Es un entrenamiento, Meme-chan, no hay ganador —Suspiró de nuevo —. Ha sido todo u-un placer el combatir contigo, Daigo-san. ¡Prometo dar buen uso a tu técnica!

Ranko le dedicó una profunda reverencia, y Meme le imitó.

—¿Te parece s-si recuperamos energía co-con una buena comida? —Ranko le sonrío ampliamente al erguirse de nuevo.

Se sentía exhausta, pero nada que un almuerzo abundante y una siesta no pudiesen arreglar.