16/07/2021, 09:40
No tuvieron ningún problema en navegar su propia villa, admirar el hermoso día de invierno que hacía. A pesar del frio y de las infinitas reparaciones que se estaban llevando a cabo, el Sol se alzaba y las gente de la villa despertaban deseosas de disfrutar de un día más en paz, después de una guerra tan costosa para todos.
Toshio y Haru se encontraron en la puerta y, sin más dilación, emprendieron la marcha. Pasaron un primer día de viaje intenso, caminando hasta que no pudieron más y acampando cuando lo vieron necesario. No es que no hubiese civilización en el bosque, pero los pueblos nunca estaban donde los ninjas necesitaban parar. Así pues, acamparon entre la espesa vegetación del Bosque de los Hongos.
Teniendo ambos serios problemas para dormir, no fue raro que ambos se despertasen en plena madrugada y sus miradas se cruzasen. Sus hermosos rostros, sudorosos por las pesadillas, brillaban bajo la luz de la luna, que se colaba ligeramente por encima de los arboles.
Pronto se darían cuenta de que no eran sus sueños los que les habían despertado, sino el alarido desgarrador que recorrió el aire un segundo más tarde.
Sonaba lejano y aún así, retumbaban todos los hongos de su alrededor con cada grito. Por el sonido, Haru (Percepción 40) podría localizar en que dirección estaba la criatura emisora y que se encontraba a más de dos cientos metros, para Toshio (Percepción 20) toda la información que le daba ese gruñido era que a su izquierda había algo malo y grande. A simple vista, con la falta de luz, era casi imposible distinguir nada, por ahora.
Toshio y Haru se encontraron en la puerta y, sin más dilación, emprendieron la marcha. Pasaron un primer día de viaje intenso, caminando hasta que no pudieron más y acampando cuando lo vieron necesario. No es que no hubiese civilización en el bosque, pero los pueblos nunca estaban donde los ninjas necesitaban parar. Así pues, acamparon entre la espesa vegetación del Bosque de los Hongos.
Teniendo ambos serios problemas para dormir, no fue raro que ambos se despertasen en plena madrugada y sus miradas se cruzasen. Sus hermosos rostros, sudorosos por las pesadillas, brillaban bajo la luz de la luna, que se colaba ligeramente por encima de los arboles.
Pronto se darían cuenta de que no eran sus sueños los que les habían despertado, sino el alarido desgarrador que recorrió el aire un segundo más tarde.
¡GRAWRH!
Sonaba lejano y aún así, retumbaban todos los hongos de su alrededor con cada grito. Por el sonido, Haru (Percepción 40) podría localizar en que dirección estaba la criatura emisora y que se encontraba a más de dos cientos metros, para Toshio (Percepción 20) toda la información que le daba ese gruñido era que a su izquierda había algo malo y grande. A simple vista, con la falta de luz, era casi imposible distinguir nada, por ahora.