5/08/2021, 11:51
Juro nunca había sentido miedo del poder que ahora había convocado. Tal vez fuera porque él, a diferencia de Ayame, no había vivido el horror de perder el control. Ni había sido subyugado por la voluntad del bijuu. Para él, activar las capas de chakra que su condición le otorgaba era símbolo de protección y de poder. Le había salvado la vida en dos ocasiones donde no las tenía todas consigo. Era lógico que en una tercera, motivado también por proteger a alguien, recurriera a ese recurso.
Por eso, tampoco pudo entender el reparo y la aversión que sintió Ayame al verle en ese estado. ¿No debía ser ella, de entre todos, la que más le comprendiera? No sería hasta más adelante cuando recordaría los episodios que la chica había tenido y que él mismo había presenciado.
En ese momento, desde luego, lo importante era la pelea que tenían delante.
Juro logró golpear, pero el monstruo era fuerte y resistente. No fue suficiente. Recibió un zarpazo que lo alejó antes de poder continuar la pelea cuerpo a cuerpo. Afortunadamente para él, el chakra de Chōmei le protegió y redujo el impacto del golpe (20 PV). Pero no del todo. Sintió un ligero dolor y supo que las garras habían traspasado la capa de chakra. Sintió ganas de rugir y lanzarse hacia él, pero se contuvo. En una pelea así, saldría perdiendo.
Mientras se erguía y comprobaba que la chica estaba bien (aunque él había pretendido ponerse a su lado para protegerla, solo había conseguido ponerla aún más nerviosa), el monstruo tomó la iniciativa y comenzó a realizar una técnica que podría acabar con ambos en unos segundos.
Maldijo por lo bajo. Se había prometido que acabaría con el monstruo antes de que recurriera a ella y ahí estaba otra vez, contemplando, inmóvil, como esa energía se acumulaba. Esta vez no llegaría a tiempo. No podía usar una técnica con la que combinar con Ayame, ni un veneno, por su estado actual. Se había quedado sin recursos al recurrir a aquel poder bestial. Invertir en poder y protección quizá no había sido una buena idea, al fin y al cabo. Lo único bueno (si es que había algo) es que esa bestia parecía tener un poder menor, o al menos, no acumuló tanto chakra como la otra.
Al tiempo que el monstruo lanzaba una Bijūdama, Ayame se adelantó y disparó una bala de agua. Pero no sería suficiente. Esa técnica era una bomba de destrucción. La traspasaría y luego los destrozaría a los dos.
Juro rugió y convocó cinco brazos de puro chakra que surgieron de su pecho, hombros y de sus propias manos y los lanzó de lleno contra la técnica. Se sentía asustado, por supuesto. Nunca había tratado de frenar un poder así por sí mismo. Pero debía hacerlo. Si lanzaba otra Bijūdama quedarían sepultados y la técnica de Ayame, al menos, podría debilitarla. Por eso, los cinco brazos esquivaron a la chica, que se encontraba entre la trayectoría de la técnica y Juro, y se lanzaron de lleno, a puñetazo limpio, para al menos frenar aquella monstruosidad.
Por eso, tampoco pudo entender el reparo y la aversión que sintió Ayame al verle en ese estado. ¿No debía ser ella, de entre todos, la que más le comprendiera? No sería hasta más adelante cuando recordaría los episodios que la chica había tenido y que él mismo había presenciado.
En ese momento, desde luego, lo importante era la pelea que tenían delante.
Juro logró golpear, pero el monstruo era fuerte y resistente. No fue suficiente. Recibió un zarpazo que lo alejó antes de poder continuar la pelea cuerpo a cuerpo. Afortunadamente para él, el chakra de Chōmei le protegió y redujo el impacto del golpe (20 PV). Pero no del todo. Sintió un ligero dolor y supo que las garras habían traspasado la capa de chakra. Sintió ganas de rugir y lanzarse hacia él, pero se contuvo. En una pelea así, saldría perdiendo.
Mientras se erguía y comprobaba que la chica estaba bien (aunque él había pretendido ponerse a su lado para protegerla, solo había conseguido ponerla aún más nerviosa), el monstruo tomó la iniciativa y comenzó a realizar una técnica que podría acabar con ambos en unos segundos.
Maldijo por lo bajo. Se había prometido que acabaría con el monstruo antes de que recurriera a ella y ahí estaba otra vez, contemplando, inmóvil, como esa energía se acumulaba. Esta vez no llegaría a tiempo. No podía usar una técnica con la que combinar con Ayame, ni un veneno, por su estado actual. Se había quedado sin recursos al recurrir a aquel poder bestial. Invertir en poder y protección quizá no había sido una buena idea, al fin y al cabo. Lo único bueno (si es que había algo) es que esa bestia parecía tener un poder menor, o al menos, no acumuló tanto chakra como la otra.
Al tiempo que el monstruo lanzaba una Bijūdama, Ayame se adelantó y disparó una bala de agua. Pero no sería suficiente. Esa técnica era una bomba de destrucción. La traspasaría y luego los destrozaría a los dos.
Juro rugió y convocó cinco brazos de puro chakra que surgieron de su pecho, hombros y de sus propias manos y los lanzó de lleno contra la técnica. Se sentía asustado, por supuesto. Nunca había tratado de frenar un poder así por sí mismo. Pero debía hacerlo. Si lanzaba otra Bijūdama quedarían sepultados y la técnica de Ayame, al menos, podría debilitarla. Por eso, los cinco brazos esquivaron a la chica, que se encontraba entre la trayectoría de la técnica y Juro, y se lanzaron de lleno, a puñetazo limpio, para al menos frenar aquella monstruosidad.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60