17/08/2021, 15:30
— Pffff, sí, claro, abro la puerta para ver el pergamino y entonces ¡me apuñalais el gaznate! — no parecía haber hecho siquiera el esfuerzo de corregir su error sobre el dato que solo supiesen unos ninjas.
Entonces a espaldas de los shinobis apareció un hombre con un farolillo que iluminaba a duras penas su figura y un par de metros a su alrededor.
— ¡Eh! ¿Quienes sois vosotros? — la voz intentaba sonar amenazante pero Haru detectaría algo de duda en su tono.
Cuando los ninjas se girasen y la luz del farolillo se reflejase en sus bandanas, el hombre suspiraría aliviado.
— Ah, sois los gennin. Bien, bien. ¿Cómo habéis encontrado este lugar? El mapa señalaba la aldea de detrás de esa pequeña colina. — señaló a su espalda, donde detrás de las casas había una deformación del terreno a la alza. — En fin, no importa. Soy Senju Shizu, ¿y vosotros sois...?
Shizu era un hombre alto y más corpulento de lo que podía parecer por su huesudo rostro. Tenía una larga melena blanca y una larga barba blanca pero la parte superior de su cabeza estaba completamente calva. Y sin embargo, su cuerpo parecía el de un muchacho de treinta. Vestía con un kimono verde plano, sin decoraciones, un obi azul y unas sandalias también verdes.
El chico de detrás de la puerta se quedó en silencio, esperando que se olvidasen de él.
Entonces a espaldas de los shinobis apareció un hombre con un farolillo que iluminaba a duras penas su figura y un par de metros a su alrededor.
— ¡Eh! ¿Quienes sois vosotros? — la voz intentaba sonar amenazante pero Haru detectaría algo de duda en su tono.
Cuando los ninjas se girasen y la luz del farolillo se reflejase en sus bandanas, el hombre suspiraría aliviado.
— Ah, sois los gennin. Bien, bien. ¿Cómo habéis encontrado este lugar? El mapa señalaba la aldea de detrás de esa pequeña colina. — señaló a su espalda, donde detrás de las casas había una deformación del terreno a la alza. — En fin, no importa. Soy Senju Shizu, ¿y vosotros sois...?
Shizu era un hombre alto y más corpulento de lo que podía parecer por su huesudo rostro. Tenía una larga melena blanca y una larga barba blanca pero la parte superior de su cabeza estaba completamente calva. Y sin embargo, su cuerpo parecía el de un muchacho de treinta. Vestía con un kimono verde plano, sin decoraciones, un obi azul y unas sandalias también verdes.
El chico de detrás de la puerta se quedó en silencio, esperando que se olvidasen de él.