21/08/2021, 18:52
Ante la confirmación de ambos shinobi, Shizu les hizo un gesto de que le siguiesen y los condujo hasta la aldea de verdad. El pequeño pueblo situado tras el montículo. Ni siquiera le dijo absolutamente nada al que estaba dentro del almacén vigilando.
Era prácticamente como el anterior, pero las casas estaban enteras, acabadas de construir y sin los signos de abandono tan evidentes. Algunas incluso tenían las ventanas iluminadas, señal de que había vida en el interior. Su guía los llevó hasta una pequeña caseta de apenas dos habitaciones. No había ningún tipo de jardín alrededor, todas sus numerosas puertas daban a la calle, cuyos caminos eran de tierra.
— Ahora aviso a uno de los pueblerinos que os traiga algo de comida y os prepare los futones. Si necesitáis algo más, decídselo.
Y sin esperarse a que contestasen, se dio media vuelta y se marchó, dejandolos a ambos en el salón de la casa que iban a usar esa noche. La habitación no tenía ningún tipo de decoración. Era toda de madera con una mesa baja en el centro y un par de cojines para que se sentasen. No era especialmente grande pero tenía un tamaño cómodo, aunque la falta de cualquier tipo de decoración la hacía ver levemente perturbadora.
Tenía una puerta corredera en cada pared, aunque solo la de enfrente daba a otra habitación, el resto daban al exterior. La otra habitación, si la visitaban, verían que era algo más pequeña, con una puerta corredera en la pared de enfrente que daba también a la calle. Seguramente en esa habitación es donde se suponía que iban a dormir.
Era prácticamente como el anterior, pero las casas estaban enteras, acabadas de construir y sin los signos de abandono tan evidentes. Algunas incluso tenían las ventanas iluminadas, señal de que había vida en el interior. Su guía los llevó hasta una pequeña caseta de apenas dos habitaciones. No había ningún tipo de jardín alrededor, todas sus numerosas puertas daban a la calle, cuyos caminos eran de tierra.
— Ahora aviso a uno de los pueblerinos que os traiga algo de comida y os prepare los futones. Si necesitáis algo más, decídselo.
Y sin esperarse a que contestasen, se dio media vuelta y se marchó, dejandolos a ambos en el salón de la casa que iban a usar esa noche. La habitación no tenía ningún tipo de decoración. Era toda de madera con una mesa baja en el centro y un par de cojines para que se sentasen. No era especialmente grande pero tenía un tamaño cómodo, aunque la falta de cualquier tipo de decoración la hacía ver levemente perturbadora.
Tenía una puerta corredera en cada pared, aunque solo la de enfrente daba a otra habitación, el resto daban al exterior. La otra habitación, si la visitaban, verían que era algo más pequeña, con una puerta corredera en la pared de enfrente que daba también a la calle. Seguramente en esa habitación es donde se suponía que iban a dormir.