25/01/2016, 02:25
— ¡Y una mierda! — Chilló la chica que parecía más un gato arisco, de no ser porque estaba completamente enredada probablemente su cabellera estaría erizada. De cualquier manera, no estaba para nada dispuesta a bajarse de donde estaba a sabiendas de que era el único lugar en el que estaría completamente a salvo de la katana de aquel peculiar hombre.
—¡Deteneos!—
Chilló la de Uzushio, como si eso fuese suficiente para que la rubia se relajase, en su lugar siguió en posición lista para lanzar los dos shurikens que tenía en mano y mantenía la mirada fija en el único de sexo masculino allí presente.
Por ello no dio mínima importancia a lo que la albina hacía hasta que la tuvo a su lado ya dispuesta a ayudarle con el enriedo. — Con cuidado… — Dijo casi suplicante mientras guardaba los shurikens y le permitía a la fémina tocar su dorada melena. No respondería a la pregunta, principalmente porque no tenía ni la más mínima idea de como había logrado aquello siendo que su cabello estaba tan cuidado que luego de ser desenredado se devolvió a su estado natural como si acabasen de cepillarlo.
Al ser libre nuevamente y poder relajarse parcialmente, Noemi se sentó en el dolmen de la misma manera que Mitsuki pero ya había sacado nuevamente el cepillo de su portaobjetos y tenía su atención en su melena.
—¡Os suplico que me perdonéis!—
Dijo el hombre justo antes de clavar la frente en la tierra casi como un avestruz. — Te dije que tendríamos que habernos ido. — Refunfuñó a su compañera sin despegarle la mirada al miope. — ¡Más te vale mantener esa cosa alejada de mi! — Agregó al cabo de unos instantes claramente enojada para luego bajarse de aquella estructura de piedra.
Estaba claro que la albina terminaría por ayudar al hombre y por algún motivo, la Senju sentía la necesidad de acompañarle.
—¡Deteneos!—
Chilló la de Uzushio, como si eso fuese suficiente para que la rubia se relajase, en su lugar siguió en posición lista para lanzar los dos shurikens que tenía en mano y mantenía la mirada fija en el único de sexo masculino allí presente.
Por ello no dio mínima importancia a lo que la albina hacía hasta que la tuvo a su lado ya dispuesta a ayudarle con el enriedo. — Con cuidado… — Dijo casi suplicante mientras guardaba los shurikens y le permitía a la fémina tocar su dorada melena. No respondería a la pregunta, principalmente porque no tenía ni la más mínima idea de como había logrado aquello siendo que su cabello estaba tan cuidado que luego de ser desenredado se devolvió a su estado natural como si acabasen de cepillarlo.
Al ser libre nuevamente y poder relajarse parcialmente, Noemi se sentó en el dolmen de la misma manera que Mitsuki pero ya había sacado nuevamente el cepillo de su portaobjetos y tenía su atención en su melena.
—¡Os suplico que me perdonéis!—
Dijo el hombre justo antes de clavar la frente en la tierra casi como un avestruz. — Te dije que tendríamos que habernos ido. — Refunfuñó a su compañera sin despegarle la mirada al miope. — ¡Más te vale mantener esa cosa alejada de mi! — Agregó al cabo de unos instantes claramente enojada para luego bajarse de aquella estructura de piedra.
Estaba claro que la albina terminaría por ayudar al hombre y por algún motivo, la Senju sentía la necesidad de acompañarle.