7/09/2021, 19:07
Shizu abrió la boca para contestarles y fue interrumpido por una cuarta persona.
— ¡Joder! ¡Ya era pura hora! Pensaba que no se iba a partir nunca la puta rueda.
Si se fijaban en la dirección de la voz verían a varios bandidos aparecer de entre los arboles, llevaban ropas especiales para la ocasión, todas tintadas de una mezcla de colores entre verde y marrón que les hacía dificiles de ver a la suficiente distancia. Ahora que se acercaban vociferando y sacando sus armas eran de poca utilidad.
— ¿Qué os creéis que hacéis? — dijo Shizu mientras se asomaba por detrás del carromato — Hay shinobis aquí, ¡conseguireis que os maten!
— Venga, Shizu, no dejan de ser dos crios. Nosotros somos cuatro. Dadnos el carro y os dejaremos ir, sin rencores. — señaló a ambos lados.
A cada lado del líder iba un secuaz con un arco tensado y cargado, preparado para disparar. Todos llevaban consigo un par de tantos en un cinto y eso parecía ser todo su arsenal. El único que los llevaba preparados en la mano era el líder, que los había desenvainado a medida que hablaba.
— O, bueno, las cosas se pondrán feas.
El cuarto bandido iba detrás del trio, observando la situación en silencio. Los cuatro avanzaban andando sin prisa, como si estuviesen de paseo. Estaban a unos diez metros y acercandose.
Shizu se volvió a ocultar tras el carro y miró a los shinobis.
— ¿Creéis que podréis con ellos?
— ¡Joder! ¡Ya era pura hora! Pensaba que no se iba a partir nunca la puta rueda.
Si se fijaban en la dirección de la voz verían a varios bandidos aparecer de entre los arboles, llevaban ropas especiales para la ocasión, todas tintadas de una mezcla de colores entre verde y marrón que les hacía dificiles de ver a la suficiente distancia. Ahora que se acercaban vociferando y sacando sus armas eran de poca utilidad.
— ¿Qué os creéis que hacéis? — dijo Shizu mientras se asomaba por detrás del carromato — Hay shinobis aquí, ¡conseguireis que os maten!
— Venga, Shizu, no dejan de ser dos crios. Nosotros somos cuatro. Dadnos el carro y os dejaremos ir, sin rencores. — señaló a ambos lados.
A cada lado del líder iba un secuaz con un arco tensado y cargado, preparado para disparar. Todos llevaban consigo un par de tantos en un cinto y eso parecía ser todo su arsenal. El único que los llevaba preparados en la mano era el líder, que los había desenvainado a medida que hablaba.
— O, bueno, las cosas se pondrán feas.
El cuarto bandido iba detrás del trio, observando la situación en silencio. Los cuatro avanzaban andando sin prisa, como si estuviesen de paseo. Estaban a unos diez metros y acercandose.
Shizu se volvió a ocultar tras el carro y miró a los shinobis.
— ¿Creéis que podréis con ellos?