27/09/2021, 10:59
—Creo… Creo que… Creo que me he enamorado de ti.
En otra condiciones me hubiese levantado como si fuese un muelle y le hubiese propinado una buena patada en los morros, pero me convenía ser un buen chico. De cualquier modo, la respuesta de Zaide no pudo evitar que mi rostro se desencajase y volviese a su estado original al escuchar la carcajada del barbudo.
—Lo cierto es que me sorprende hasta a mí mismo —dijo, esta vez en serio—. Hace tiempo te hubiese rajado el cuello y no te hubiese dedicado ni un segundo pensamiento. Pero después de…
Era raro. Un asesino a sangre fría como él como si se estuviese abriendo en canal allí mismo, en medio de aquel bosque de árboles de todos los tonos azules que uno pudiese imaginar. No obstante durante todo mi cautiverio estaba descubriendo un Zaide distinto al que nos habían pintado desde fuera. Era un capullo y un miserable, esto era así. Sin embargo, se estaba mostrando mucho más humano de lo que uno podía imaginarse si uno se quedaba con la imagen de que fue uno de los impulsores de la masacre del valle de los Dojos.
—. Supongo que preferiría no volver a matar a nadie a sangre fría… salvo que me fuercen la mano.
— Hay algo que quería preguntarte. — dije con seriedad llevando mi mirada al cielo que no alcanzaba a ver debido a la gran cantidad de ramas y hojas — ¿Por qué Kintsugi no pagó el rescate? ¿Qué te dijo cuando le pediste el dinero del rescate?
Simplemente necesitaba saberlo. Como cuando un perro es abandonado en la cuneta del camino por el que ha sido su dueño desde un primer momento. Jamás pensé que uno podía sentirse tan solo y vulnerable. Y ahora sin Daigo, quién parecía que ya estaba en manos de Nathifa en la Prisión del Yermo, lo cual no dejaba de torturarme, como si de una gota malaya se tratase.
En otra condiciones me hubiese levantado como si fuese un muelle y le hubiese propinado una buena patada en los morros, pero me convenía ser un buen chico. De cualquier modo, la respuesta de Zaide no pudo evitar que mi rostro se desencajase y volviese a su estado original al escuchar la carcajada del barbudo.
—Lo cierto es que me sorprende hasta a mí mismo —dijo, esta vez en serio—. Hace tiempo te hubiese rajado el cuello y no te hubiese dedicado ni un segundo pensamiento. Pero después de…
Era raro. Un asesino a sangre fría como él como si se estuviese abriendo en canal allí mismo, en medio de aquel bosque de árboles de todos los tonos azules que uno pudiese imaginar. No obstante durante todo mi cautiverio estaba descubriendo un Zaide distinto al que nos habían pintado desde fuera. Era un capullo y un miserable, esto era así. Sin embargo, se estaba mostrando mucho más humano de lo que uno podía imaginarse si uno se quedaba con la imagen de que fue uno de los impulsores de la masacre del valle de los Dojos.
—. Supongo que preferiría no volver a matar a nadie a sangre fría… salvo que me fuercen la mano.
— Hay algo que quería preguntarte. — dije con seriedad llevando mi mirada al cielo que no alcanzaba a ver debido a la gran cantidad de ramas y hojas — ¿Por qué Kintsugi no pagó el rescate? ¿Qué te dijo cuando le pediste el dinero del rescate?
Simplemente necesitaba saberlo. Como cuando un perro es abandonado en la cuneta del camino por el que ha sido su dueño desde un primer momento. Jamás pensé que uno podía sentirse tan solo y vulnerable. Y ahora sin Daigo, quién parecía que ya estaba en manos de Nathifa en la Prisión del Yermo, lo cual no dejaba de torturarme, como si de una gota malaya se tratase.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa