29/09/2021, 13:13
… le soltó.
—¡JAAAJIAJIAJIÁ! ¡Tenías que haberte visto la cara! —exclamaba Shukaku, cayendo de costado, muerto de la risa—. ¡La de un kusareño antes de un combate! ¡JAAAAAÁ!
—Shu… Shu… ¡Hijo de puta! Jo… ¡Joder! ¡Eso no ha tenido gracia!
¿Asustado? ¡Pues claro que se había asustado! Acababa de liberar al ser más mortífero de todo Ōnindo. ¡Como para no estarlo! Y eso le recordaba algo. Debían establecer ciertas normas de conducta.
—Bueno, pues… Supongo que querrás estirar las piernas, ¿eh? —dijo, todavía nervioso. Se había lanzado al vacío y aún estaba comprobando si había agua al fondo—. Pero, antes… Quizá deberíamos poner ciertas… Ehm… Acordar ciertas cosas.
—Sí, sí. Tranquilo. No te joderé tus ligues. —Datsue puso los ojos en blanco—. Sobre el resto, no hay mucho que acordar. A partir de ahora, yo tomo las decisiones importantes. Soy el Padre, después de todo. Tengo más experiencia y sé más del mundo que tú.
Datsue cambió el peso del cuerpo de una pierna a otra, incómodo.
—Ehm… ¿A qué decisiones te refieres, exactamente?
—A esas divertidas misiones que nos encomienda tu Kage para cazar, descuartizar y matar. —Datsue no recordaba ninguna misión en la que tuviese que descuartizar a nadie, gracias a los dioses, pero si alguna vez existía una así, estaría más que feliz por dejarle el control a él. También sobre las otras dos, para qué engañarse—. A tener yo el control cuando nos enfrentemos a Kurama y sus Generales. No, no, no es que no confíe en ti —dijo, antes de que Datsue pudiese protestar—. Pero contra Bakudan… ¡Joder, te di todo mi poder, y aún así tuviste que pedir ayuda a los mocosos de la tormenta!
—Se llama el poder de la amistad, Shukaku. Deberías empezar a considerar obtenerlo. Viene muy bien.
—¡JA! Buena esa. En fin, eso es todo. Ah, bueno, y cuando tengas el sombrero… Yo tomo ciertas decisiones. Si hay que ir a la guerra contra Kintsugi, se va y punto.
—¿¡QUÉ!? Espera, espera… ¡¿QUÉ?!
—¡Nos tienen vetados! ¡A TI Y A MÍ! ¡¿Quién cojones se cree que esa sabandija!? No, no. Eso va a cambiar muy pronto.
Datsue no daba crédito a lo que escuchaba. Una parte de él empezaba a cuestionarse si había hecho bien en quitarle las cadenas. ¿Qué narices había hecho? Empezó a hiperventilar. Se estaba dando cuenta que había perdido el control sobre sí mismo, y sobre su destino. Aquella sensación le provocó vértigo y tuvo que contener las ganas de vomitar.
—Escucha, Shukaku… —dijo, respirando profundamente, intentando calmarse—. Si algún día me ponen el sombrero… será a mí. A mí, ¿entiendes? Esas decisiones no te corresponderán a ti.
—Oh, ¿y qué pretendías cuando me sacaste las cadenas? ¿Que me quedase sentado en una esquina y solo saliese por las noches? ¿Crees que soy como Kokuō, quien tiene cero interés por los asuntos humanos? ¿Pensabas que iba a llamarte Señorito también? ¡JIAAAAAÁ! ¡Menudo regateador estás hecho, Hijo! ¡Si querías negociar, haberlo hecho cuando estabas en una posición de poder!
A Datsue aquello le sentó como la bofetada más gorda que le habían dado en la vida. Se le encendieron las mejillas e incluso le pitaron los oídos. Por Susano’o, no había cosa que más odiase a que le pegasen en la cara.
Por eso le devolvió la bofetada. Con la mano abierta. Como para un bijū la bofetada de un humano era una caricia, Datsue agregó una Chō Ōdama Rasengan1 entre palma y cara. El petardazo fue tal que Shukaku salió despedido contra el muro más cercano, haciendo temblar los mismísimos cimientos de aquella habitación.
—Oh, mierda…
1: 200PV, esfera del tamaño del usuario, expulsa hasta a 10 metros de distancia
—¡JAAAJIAJIAJIÁ! ¡Tenías que haberte visto la cara! —exclamaba Shukaku, cayendo de costado, muerto de la risa—. ¡La de un kusareño antes de un combate! ¡JAAAAAÁ!
—Shu… Shu… ¡Hijo de puta! Jo… ¡Joder! ¡Eso no ha tenido gracia!
¿Asustado? ¡Pues claro que se había asustado! Acababa de liberar al ser más mortífero de todo Ōnindo. ¡Como para no estarlo! Y eso le recordaba algo. Debían establecer ciertas normas de conducta.
—Bueno, pues… Supongo que querrás estirar las piernas, ¿eh? —dijo, todavía nervioso. Se había lanzado al vacío y aún estaba comprobando si había agua al fondo—. Pero, antes… Quizá deberíamos poner ciertas… Ehm… Acordar ciertas cosas.
—Sí, sí. Tranquilo. No te joderé tus ligues. —Datsue puso los ojos en blanco—. Sobre el resto, no hay mucho que acordar. A partir de ahora, yo tomo las decisiones importantes. Soy el Padre, después de todo. Tengo más experiencia y sé más del mundo que tú.
Datsue cambió el peso del cuerpo de una pierna a otra, incómodo.
—Ehm… ¿A qué decisiones te refieres, exactamente?
—A esas divertidas misiones que nos encomienda tu Kage para cazar, descuartizar y matar. —Datsue no recordaba ninguna misión en la que tuviese que descuartizar a nadie, gracias a los dioses, pero si alguna vez existía una así, estaría más que feliz por dejarle el control a él. También sobre las otras dos, para qué engañarse—. A tener yo el control cuando nos enfrentemos a Kurama y sus Generales. No, no, no es que no confíe en ti —dijo, antes de que Datsue pudiese protestar—. Pero contra Bakudan… ¡Joder, te di todo mi poder, y aún así tuviste que pedir ayuda a los mocosos de la tormenta!
—Se llama el poder de la amistad, Shukaku. Deberías empezar a considerar obtenerlo. Viene muy bien.
—¡JA! Buena esa. En fin, eso es todo. Ah, bueno, y cuando tengas el sombrero… Yo tomo ciertas decisiones. Si hay que ir a la guerra contra Kintsugi, se va y punto.
—¿¡QUÉ!? Espera, espera… ¡¿QUÉ?!
—¡Nos tienen vetados! ¡A TI Y A MÍ! ¡¿Quién cojones se cree que esa sabandija!? No, no. Eso va a cambiar muy pronto.
Datsue no daba crédito a lo que escuchaba. Una parte de él empezaba a cuestionarse si había hecho bien en quitarle las cadenas. ¿Qué narices había hecho? Empezó a hiperventilar. Se estaba dando cuenta que había perdido el control sobre sí mismo, y sobre su destino. Aquella sensación le provocó vértigo y tuvo que contener las ganas de vomitar.
—Escucha, Shukaku… —dijo, respirando profundamente, intentando calmarse—. Si algún día me ponen el sombrero… será a mí. A mí, ¿entiendes? Esas decisiones no te corresponderán a ti.
—Oh, ¿y qué pretendías cuando me sacaste las cadenas? ¿Que me quedase sentado en una esquina y solo saliese por las noches? ¿Crees que soy como Kokuō, quien tiene cero interés por los asuntos humanos? ¿Pensabas que iba a llamarte Señorito también? ¡JIAAAAAÁ! ¡Menudo regateador estás hecho, Hijo! ¡Si querías negociar, haberlo hecho cuando estabas en una posición de poder!
A Datsue aquello le sentó como la bofetada más gorda que le habían dado en la vida. Se le encendieron las mejillas e incluso le pitaron los oídos. Por Susano’o, no había cosa que más odiase a que le pegasen en la cara.
Por eso le devolvió la bofetada. Con la mano abierta. Como para un bijū la bofetada de un humano era una caricia, Datsue agregó una Chō Ōdama Rasengan1 entre palma y cara. El petardazo fue tal que Shukaku salió despedido contra el muro más cercano, haciendo temblar los mismísimos cimientos de aquella habitación.
—Oh, mierda…
1: 200PV, esfera del tamaño del usuario, expulsa hasta a 10 metros de distancia
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado