28/10/2021, 10:27
Eri soltó una carcajada. Nunca había escuchado a alguien tomarse en serio aquel dicho que solía escucharse por Ōnindo. Es cierto que no todo el mundo lo decía, pero a ella se le había pegado la costumbre a pesar de cómo estaba la situación actual.
—A ver si tenemos suerte —recalcó, justo cuando dejó de reír. Tenía que centrarse o se caería pronto por no prestar atención a sus alrededores.
Un viaje entre dos compañeros de oficio de la Villa Oculta del Remolino se encontraban cercanos a Los Herreros. El viaje había sido extrañamente tranquilo, aunque la inquietud antes de una misión azoraba a la Uzumaki, quien comenzaba a estar más alerta conforme se acercaban al lugar.
—Dime, Natsu, ¿alguna vez has estado en Los Herreros? —preguntó en voz baja. A pesar de estar todavía lejos, Eri se andaba con mil ojos.
—A ver si tenemos suerte —recalcó, justo cuando dejó de reír. Tenía que centrarse o se caería pronto por no prestar atención a sus alrededores.
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Un viaje entre dos compañeros de oficio de la Villa Oculta del Remolino se encontraban cercanos a Los Herreros. El viaje había sido extrañamente tranquilo, aunque la inquietud antes de una misión azoraba a la Uzumaki, quien comenzaba a estar más alerta conforme se acercaban al lugar.
—Dime, Natsu, ¿alguna vez has estado en Los Herreros? —preguntó en voz baja. A pesar de estar todavía lejos, Eri se andaba con mil ojos.