9/11/2021, 16:23
La gravedad tiraba de ellos en contra de su voluntad, el aire zumbaba en sus oídos y empujaba sus cuerpos, como si quisiera mantenerlos a flote lejos de la oscuridad del abismo. Pero era inútil. O actuaban pronto, o pronto se convertirían en dos víctimas más de aquel bosque sediento de sangre. El instinto de supervivencia los movió a actuar con presteza. Yota no podía hacer nada en sus condiciones, pero Zaide se mordió un dedo y un pequeño rastro de sangre siguió al movimiento de sus manos entrelazándose en una secuencia de sellos. Un estallido de humo blanco los envolvió de repente, y pronto ambos se vieron sobre el lomo de una colosal águila harpía que sacudió las alas para vencer a la fuerza de la gravedad y estabilizarse.
En cuestión de segundos, se vieron flotando en calma sobre el vacío del precipicio. A lomos del águila no les costaría alcanzar la otra orilla, a apenas diez metros de distancia. Sobre ellos, el dosel arbóreo era demasiado denso como para que las alas de Viento Blanco pudiera atravesarlo. Por debajo, la absorbente oscuridad del abismo en el que, con toda probabilidad, sólo les aguardaba la muerte. A ambos lados la pared rocosa del acantilado, rota de cuando en cuando por alguna raíz sobresaliente. Quizás fuera la tensión del momento, pero por el rabillo del ojo les parecería ver que alguna de las rocas se parecía demasiado a una cara horrorizada y que las raíces parecían brazos con dedos largos que intentaran atraparlos. Pero, por supuesto, las rocas y las raíces se mantenían inmóviles. ¿Por qué habrían de moverse?
En cuestión de segundos, se vieron flotando en calma sobre el vacío del precipicio. A lomos del águila no les costaría alcanzar la otra orilla, a apenas diez metros de distancia. Sobre ellos, el dosel arbóreo era demasiado denso como para que las alas de Viento Blanco pudiera atravesarlo. Por debajo, la absorbente oscuridad del abismo en el que, con toda probabilidad, sólo les aguardaba la muerte. A ambos lados la pared rocosa del acantilado, rota de cuando en cuando por alguna raíz sobresaliente. Quizás fuera la tensión del momento, pero por el rabillo del ojo les parecería ver que alguna de las rocas se parecía demasiado a una cara horrorizada y que las raíces parecían brazos con dedos largos que intentaran atraparlos. Pero, por supuesto, las rocas y las raíces se mantenían inmóviles. ¿Por qué habrían de moverse?
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