16/11/2021, 16:49
Visiblemente alarmado, Uchiha Zaide formó un clon junto a él que no tardó en abalanzarse al vacío ante los ojos de Sasagani Yota.
La gravedad no tardó en recoger su ansiado premio, y tiró del cuerpo del clon de sombras hacia abajo. Las sombras del abismo no tardaron en engullirlo mientras el aire seguía golpeando su cuerpo y silbando en sus oídos. Era profundo, muy profundo. No había manera de que alguien que hubiese caído allá abajo hubiese podido sobrevivir. Y así lo atestiguó cuando, casi un minuto de caída después, su cuerpo se desintegró en una boluta de humo. Sin embargo, justo antes del fatal desenlace, su único ojo sano pudo ver lo que había allá abajo: el fondo estaba completamente alfombrado de esqueletos, humanos y animales, la mayoría de ellos en posiciones absolutamente antinaturales. La mayoría de ellos, caídos desde el mundo de la superficie, condenados a una muerte segura. Y aunque alguna de aquellas desgraciadas víctimas hubiese tenido la suerte o la desdicha de haber sobrevivido, era, con toda probabilidad, imposible que hubiese conseguido trepar de vuelta.
Mientras tanto, en las alturas, Viento Blanco condujo a los dos shinobi a la otra orilla. El mundo allí seguía tal y como lo recordaban. Era probable que la penumbra se hubiese hecho más notoria, pero la hierba luminiscente les permitiría moverse con mayor seguridad. Si recorrían con sus ojos la dirección del precipicio, verían a los lejos otro de aquellos puentes que los salvaguardaban. Pero era muy probable que estuviese protegido por más shinobi de Amegakure.
Tendrían que adentrarse más en el bosque, o volver tras sus pasos para intentar salir mientras se enfrentaban a todos los soldados con los que se cruzaran.
La gravedad no tardó en recoger su ansiado premio, y tiró del cuerpo del clon de sombras hacia abajo. Las sombras del abismo no tardaron en engullirlo mientras el aire seguía golpeando su cuerpo y silbando en sus oídos. Era profundo, muy profundo. No había manera de que alguien que hubiese caído allá abajo hubiese podido sobrevivir. Y así lo atestiguó cuando, casi un minuto de caída después, su cuerpo se desintegró en una boluta de humo. Sin embargo, justo antes del fatal desenlace, su único ojo sano pudo ver lo que había allá abajo: el fondo estaba completamente alfombrado de esqueletos, humanos y animales, la mayoría de ellos en posiciones absolutamente antinaturales. La mayoría de ellos, caídos desde el mundo de la superficie, condenados a una muerte segura. Y aunque alguna de aquellas desgraciadas víctimas hubiese tenido la suerte o la desdicha de haber sobrevivido, era, con toda probabilidad, imposible que hubiese conseguido trepar de vuelta.
Mientras tanto, en las alturas, Viento Blanco condujo a los dos shinobi a la otra orilla. El mundo allí seguía tal y como lo recordaban. Era probable que la penumbra se hubiese hecho más notoria, pero la hierba luminiscente les permitiría moverse con mayor seguridad. Si recorrían con sus ojos la dirección del precipicio, verían a los lejos otro de aquellos puentes que los salvaguardaban. Pero era muy probable que estuviese protegido por más shinobi de Amegakure.
Tendrían que adentrarse más en el bosque, o volver tras sus pasos para intentar salir mientras se enfrentaban a todos los soldados con los que se cruzaran.
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