11/01/2022, 11:11
Los dos shinobi se giraban, alarmados ante las voces que cada uno de ellos parecía escuchar en el interior de sus mentes. Era una voz que exigía ser escuchada y que no admitía ser ignorada. Pero lo más inquietante era, como pronto se dieron cuenta, que eran sus propias voces.
Yota exigió ser liberado de sus esposas, pero Zaide seguía vacilando. Como veterano exiliado que era, no deseaba exponer su cuello de manera tan altruista. Y, la verdad, nadie podría culparle. En su lugar, prefirió encajar un rodillazo en la boca del estómago del Kusajin con la supuesta intención de hacerle despertar del Genjutsu que debía estar sufriendo. Sin embargo, y como ya había visto antes con su Sharingan, el chico no pareció sufrir ningún cambio. De hecho, aquel chakra externo no estaba entrando en el cuerpo de Yota, ni lo estaba afectando de ninguna manera. Por lo que el rodillazo sólo sirvió para que el pobre chico cayera de rodillas al suelo, falto de aire.
Entonces, una estridente carcajada a dos voces inundó el ambiente. Y en aquella ocasión, tanto Yota como Zaide las escucharon. Y las reconocieron. Eran sus propias risas. Pero no salían de sus labios. Como fantasmas en la niebla, dos siluetas se alzaron entre la hierba luminiscente, cada una en una dirección opuesta a los dos shinobi, como si los estuvieran cercando, y cada una enfrente de cada uno de ellos. Como si les hubiesen colocado un espejo delante, lo que ahora veían Yota y Zaide era... a ellos mismos. Eran réplicas exactas, como si de la más fina técnica de clonación se tratase, y sólo se diferenciaban en una cosa: la esclerótica de sus ojos era absoluta oscuridad. Y ambas sonreían con sonrisas afiladas como navajas.
—¡Vamos, joder! ¿A qué estás esperando para atizarle? ¡Se lo merece después de todo lo que nos ha hecho! —exclamó el falso Yota.
El falso Zaide, por su parte, se había cruzado de brazos y negaba con la cabeza al tiempo que chasqueaba la lengua.
—Para lo que hemos quedado... ¿ahora sirvo de niñera de un shinobi?
Si Zaide investigaba las siluetas, pronto se daría cuenta de que, aunque estaban recubiertas de chakra, no se trataba de ningún genjutsu. Las siluetas eran más parecidas a cualquier réplica producida por una técnica de clonación.
Yota exigió ser liberado de sus esposas, pero Zaide seguía vacilando. Como veterano exiliado que era, no deseaba exponer su cuello de manera tan altruista. Y, la verdad, nadie podría culparle. En su lugar, prefirió encajar un rodillazo en la boca del estómago del Kusajin con la supuesta intención de hacerle despertar del Genjutsu que debía estar sufriendo. Sin embargo, y como ya había visto antes con su Sharingan, el chico no pareció sufrir ningún cambio. De hecho, aquel chakra externo no estaba entrando en el cuerpo de Yota, ni lo estaba afectando de ninguna manera. Por lo que el rodillazo sólo sirvió para que el pobre chico cayera de rodillas al suelo, falto de aire.
Entonces, una estridente carcajada a dos voces inundó el ambiente. Y en aquella ocasión, tanto Yota como Zaide las escucharon. Y las reconocieron. Eran sus propias risas. Pero no salían de sus labios. Como fantasmas en la niebla, dos siluetas se alzaron entre la hierba luminiscente, cada una en una dirección opuesta a los dos shinobi, como si los estuvieran cercando, y cada una enfrente de cada uno de ellos. Como si les hubiesen colocado un espejo delante, lo que ahora veían Yota y Zaide era... a ellos mismos. Eran réplicas exactas, como si de la más fina técnica de clonación se tratase, y sólo se diferenciaban en una cosa: la esclerótica de sus ojos era absoluta oscuridad. Y ambas sonreían con sonrisas afiladas como navajas.
—¡Vamos, joder! ¿A qué estás esperando para atizarle? ¡Se lo merece después de todo lo que nos ha hecho! —exclamó el falso Yota.
El falso Zaide, por su parte, se había cruzado de brazos y negaba con la cabeza al tiempo que chasqueaba la lengua.
—Para lo que hemos quedado... ¿ahora sirvo de niñera de un shinobi?
Si Zaide investigaba las siluetas, pronto se daría cuenta de que, aunque estaban recubiertas de chakra, no se trataba de ningún genjutsu. Las siluetas eran más parecidas a cualquier réplica producida por una técnica de clonación.
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