13/01/2022, 13:51
Obviamente mis deseos no fueron bendecidos por parte de Zaide. Aquel cabrón no dejaba de pensar que su mayor error en aquel lugar infecto era el de desesposarme. Menudo iluso. Yo era el menos de sus problemas en aquel lugar. Al menos se digno a darme la razón. Igual sus habilidades no eran tan perfectas como creía pensar y le hubiesen colado un genjutsu. sin tiempo para apenas reaccionar me encajó un señor rodillazo en la boca del estomago que me acabaría llevando a besar el suelo.
— ¡Agh! Serás hijo de puta... — mascullaba desde el suelo.
Estaba arrodillado, con las manos apoyadas sobre la superficie cuando un par de carcajadas sin control invadieron el lugar. Por un momento el dolor del rodillazo dejó de doler, tan solo necesitaba recuperar el aliento. Mi cabeza se alzó instintivamente mientras el Uchiha imploraba que le diese una hostia, pero estaba claro que aquello no estaba funcionando. Simplemente busqué con la mirada el origen de las carcajadas, pues eran las nuestras. El macabro destino se lo estaba pasando en grande. Pronto vi aparecer en el horizonte una figura que no tardé en reconocer, la coleta que descendía por su dorso era su mayor rasgo diferencial, pero...
«¿Cómo es posible?»
Al otro lado otro igual a Zaide. Ambos compartían unos ojos que eran la única cosa diferente a sus yos originales. Eran completamente oscuros.
—¡Vamos, joder! ¿A qué estás esperando para atizarle? ¡Se lo merece después de todo lo que nos ha hecho!
— No — repliqué en un atisbo de seriedad. — Si lo hago jamás me liberará
—Para lo que hemos quedado... ¿ahora sirvo de niñera de un shinobi?
— Señor secuestrador, ¿me puedes explicar qué cojones es esto?
Estaba alucinando pepinillos. No se trataban de clones normales, eran versiones como oscuras o algo así, no sabría decir. Parecía que solo habían venido a sembrar discordia, pero estaba claro que eran copias de nosotros mismos. ¿Cómo nos podíamos derrotar a nosotros mismos? Aquel era nuestro fin si no dábamos con la tecla.
— ¡Agh! Serás hijo de puta... — mascullaba desde el suelo.
Estaba arrodillado, con las manos apoyadas sobre la superficie cuando un par de carcajadas sin control invadieron el lugar. Por un momento el dolor del rodillazo dejó de doler, tan solo necesitaba recuperar el aliento. Mi cabeza se alzó instintivamente mientras el Uchiha imploraba que le diese una hostia, pero estaba claro que aquello no estaba funcionando. Simplemente busqué con la mirada el origen de las carcajadas, pues eran las nuestras. El macabro destino se lo estaba pasando en grande. Pronto vi aparecer en el horizonte una figura que no tardé en reconocer, la coleta que descendía por su dorso era su mayor rasgo diferencial, pero...
«¿Cómo es posible?»
Al otro lado otro igual a Zaide. Ambos compartían unos ojos que eran la única cosa diferente a sus yos originales. Eran completamente oscuros.
—¡Vamos, joder! ¿A qué estás esperando para atizarle? ¡Se lo merece después de todo lo que nos ha hecho!
— No — repliqué en un atisbo de seriedad. — Si lo hago jamás me liberará
—Para lo que hemos quedado... ¿ahora sirvo de niñera de un shinobi?
— Señor secuestrador, ¿me puedes explicar qué cojones es esto?
Estaba alucinando pepinillos. No se trataban de clones normales, eran versiones como oscuras o algo así, no sabría decir. Parecía que solo habían venido a sembrar discordia, pero estaba claro que eran copias de nosotros mismos. ¿Cómo nos podíamos derrotar a nosotros mismos? Aquel era nuestro fin si no dábamos con la tecla.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa