18/01/2022, 11:59
—Continuemos pues por La Hoja Afilada, y allí me haces una demostración de cómo lo harías tú, venga, no será difícil.
Por si lo que me había dicho no fue motivo suficiente para ponerme como un flan, noté como posaba sus manos sobre mis hombros y me hacía un leve zarandeo amistoso. Eri se había vuelto loca y estaba dispuesta a darme las riendas de la conversación con Homura Ouji, el propietario de la siguiente herrería que debíamos visitar. Sentía debilidad en las rodillas, como si estuviesen a punto de temblar de forma totalmente incontrolable.
— P-pero, s-sensei
Sin detenerse, empujó sus manos, todavía sobre mis hombros, guiando el camino hacía la Hoja Afilada. La aldea era más bien pequeña así que no nos demoramos mucho en encontrar el lugar. Ya desde fuera se podía ver que se trataba de un sitio distinto a las dos herrerías que ya habíamos visto durante el día. Destilaba un aire como más lujoso, por decirlo así. Aquellos toques dorados así querían plasmarlo.
—Bien, vamos allá.
— Sí sensei — contesté mientras me concentraba.
Entre las risotadas que provenían del interior, ambos ninjas con su camuflaje de paisano se adentraron, aunque seguramente Eri lo hiciese mucho más tranquila de lo que lo hice yo que sentía una responsabilidad que nunca antes había llegado a sentir. Pero eso también era ser un ninja del Remolino. Mi obligación era aceptarlo y manejarlo, saber actuar bajo la presión que Eri me había colocado en aquel momento. De hecho, si me había puesto la susodicha presión seguramente fuese porque había percibido que podría superarla.
«Vamos, relájate, si Eri-sensei confía en ti es que puedes hacerlo»
Por si lo que me había dicho no fue motivo suficiente para ponerme como un flan, noté como posaba sus manos sobre mis hombros y me hacía un leve zarandeo amistoso. Eri se había vuelto loca y estaba dispuesta a darme las riendas de la conversación con Homura Ouji, el propietario de la siguiente herrería que debíamos visitar. Sentía debilidad en las rodillas, como si estuviesen a punto de temblar de forma totalmente incontrolable.
— P-pero, s-sensei
Sin detenerse, empujó sus manos, todavía sobre mis hombros, guiando el camino hacía la Hoja Afilada. La aldea era más bien pequeña así que no nos demoramos mucho en encontrar el lugar. Ya desde fuera se podía ver que se trataba de un sitio distinto a las dos herrerías que ya habíamos visto durante el día. Destilaba un aire como más lujoso, por decirlo así. Aquellos toques dorados así querían plasmarlo.
—Bien, vamos allá.
— Sí sensei — contesté mientras me concentraba.
Entre las risotadas que provenían del interior, ambos ninjas con su camuflaje de paisano se adentraron, aunque seguramente Eri lo hiciese mucho más tranquila de lo que lo hice yo que sentía una responsabilidad que nunca antes había llegado a sentir. Pero eso también era ser un ninja del Remolino. Mi obligación era aceptarlo y manejarlo, saber actuar bajo la presión que Eri me había colocado en aquel momento. De hecho, si me había puesto la susodicha presión seguramente fuese porque había percibido que podría superarla.
«Vamos, relájate, si Eri-sensei confía en ti es que puedes hacerlo»