24/02/2022, 15:39
Todo indicaba que las cosas empezaban a ponerse del Yota y del Zaide reales. Nos las apañamos para esquivar el chidori y pudimos comprobar como el Yota oscuro recibía de lleno el golpe de aquel shuriken. Además, las telarañas iban a acertar, clavandose en el cuerpo del enemigo. No obstante...
— ¡Cuidado!
Kumokichi se percató de algo, algo que vio por el rabillo de unos de sus ojos. El falso Zaide había usado exactamente la misma treta, Aparecer por la espalda para arrojar aquel shuriken. El arácnido saltó de nuevo para recibir el ataque en mi lugar de tal forma que aquel shuriken gigante iba a clavarse en su cuerpo para acabar soltando un sonoro quejido.
— Mierda, ¿estás bien?
— No es nada — dijo entre bufidos.
Chasquee la lengua, malhumorado. Pero era el momento de volver a tomar la delantera.
— ¡Zaide!
Traté de llamar la atención de mi compañero de batalla. Mis manos fueron el origen de aquella luz supina y de aquel chirrido molesto que corría por las telarañas buscando herir al Yota oscuro. Por su parte, Kumokichi utilizó una de sus patas para sacarse el shuriken de encima, arrojándolo al suelo. Todo ello con un ojo puesto en el Zaide oscuro, vigilándolo pero nunca haciendo contacto visual con su ojo sano. En el Valle del Fin aprendimos aquella lección.
— ¡Cuidado!
Kumokichi se percató de algo, algo que vio por el rabillo de unos de sus ojos. El falso Zaide había usado exactamente la misma treta, Aparecer por la espalda para arrojar aquel shuriken. El arácnido saltó de nuevo para recibir el ataque en mi lugar de tal forma que aquel shuriken gigante iba a clavarse en su cuerpo para acabar soltando un sonoro quejido.
— Mierda, ¿estás bien?
— No es nada — dijo entre bufidos.
Chasquee la lengua, malhumorado. Pero era el momento de volver a tomar la delantera.
— ¡Zaide!
Traté de llamar la atención de mi compañero de batalla. Mis manos fueron el origen de aquella luz supina y de aquel chirrido molesto que corría por las telarañas buscando herir al Yota oscuro. Por su parte, Kumokichi utilizó una de sus patas para sacarse el shuriken de encima, arrojándolo al suelo. Todo ello con un ojo puesto en el Zaide oscuro, vigilándolo pero nunca haciendo contacto visual con su ojo sano. En el Valle del Fin aprendimos aquella lección.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa