13/04/2022, 11:09
El hombre sentenció que el paraguas costaba 50 ryos, lo cuál curiosamente coincidía con el precio que había puesto el anterior "dueño". Aunque tampoco era de extrañar, seguramente habría pasado por ese local alguna vez en su vida, o simplemente le habían avisado del precio. Vamos, que no era un hecho demasiado particular. Hayato sonrió en respuesta a la amabilidad del hombre, y sobre todo pensando que en realidad el paraguas le salía gratis. Esos 50 ryos habían sido lo que había podido sacarle al ladrón, después de todo.
—Muy bien, pues me lo quedo entonces. —Contestó.
El hombre se lo enseñó de todas las perspectivas posibles, e incluso se lo ofreció. Pero en realidad ya le había echado el ojo hacía rato, y había sido de los mejores que había podido observar en la tienda, al menos en lo que a calidad-precio se refería. Así pues, todo estaba zanjado. El chico tomaría su cartera, y de ésta sacaría un billete de 50 ryos, el cuál daría al hombre. Tras ello, tomaría el paraguas. Ahora si, podía decir que le pertenecía.
—Muchas gracias. Ha sido un placer.
Si más impedimentos no lograban fastidiar su día, podía decir y todo que había sido beneficioso. Quizás, por simplemente hacer un poco más de tiempo, buscase algo de música en alguna tienda cercana. Sin demora, pero sin prisa, el chico pondría rumbo hacia el exterior, paraguas en mano. Había un encapuchado en la puerta, al menos se podía percibir su presencia. Tendría un poco de cuidado al pasar a su lado, pero no mucho más de lo normal. Simplemente no quería tropezar con él.
«En fin, a ver qué tipo de música venden por ésta urbe metálica...»
—Muy bien, pues me lo quedo entonces. —Contestó.
El hombre se lo enseñó de todas las perspectivas posibles, e incluso se lo ofreció. Pero en realidad ya le había echado el ojo hacía rato, y había sido de los mejores que había podido observar en la tienda, al menos en lo que a calidad-precio se refería. Así pues, todo estaba zanjado. El chico tomaría su cartera, y de ésta sacaría un billete de 50 ryos, el cuál daría al hombre. Tras ello, tomaría el paraguas. Ahora si, podía decir que le pertenecía.
—Muchas gracias. Ha sido un placer.
Si más impedimentos no lograban fastidiar su día, podía decir y todo que había sido beneficioso. Quizás, por simplemente hacer un poco más de tiempo, buscase algo de música en alguna tienda cercana. Sin demora, pero sin prisa, el chico pondría rumbo hacia el exterior, paraguas en mano. Había un encapuchado en la puerta, al menos se podía percibir su presencia. Tendría un poco de cuidado al pasar a su lado, pero no mucho más de lo normal. Simplemente no quería tropezar con él.
«En fin, a ver qué tipo de música venden por ésta urbe metálica...»