15/04/2022, 22:27
Seguía vivo.
No su clon, que acababa de recibir el impacto de un millón de voltios en cada poro de su piel. Pero él sí. El auténtico. Lo había sabido desde el principio, desde que había visto un rayo perdiéndose en la bóveda formada por las ramas de los árboles. Solo existía una razón por la que él hubiese lanzado un rayo al cielo. Y, por tanto, solo existía una razón por la que su Sombra lo hubiese hecho.
Por eso había enviado un clon en su lugar después de abrir el pergamino. Y había esperado, paciente, a ver a su contraparte. Chidori en mano, se había precipitado entre los árboles, rabioso, esperando que la última información recogida por su Kage Bunshin le brindase la pista que necesitaba.
Al final, su Chidori había atravesado el tronco de un árbol. Menuda ironía. Su Sombra tampoco podía ser matada. Se desvaneció ella misma, cuando quiso, cómo quiso, dejándole con aquel sabor amargo. Dejándole insatisfecho. Dejándole inconcluso.
Golpeó con el puño el tronco de un árbol. Una segunda vez. Una tercera. Cuando, minutos más tarde, bajó al cráter, tenía los nudillos despellejados y los ojos enrojecidos. No por el Sharingan. ¿Qué coño iba a hacer? ¿Qué coño estaba haciendo? Sin amigos. Sin su hermana. Sin la mujer de su vida. Sin familia. Luchando una guerra que le quedaba grande. Dándoselas de revolucionario, pero tan manchado de sangre que ya formaba parte de su piel. De su aroma corporal.
—¿Habrá escapado? —se preguntó, por Yota. Tenía la voz quebrada y eso le molestó. Carraspeó.
Un Shunshin debía dejar restos en una zona de tanta hierba y arboleda como aquella. No quería pensar. No quería preguntarse cosas. Así que decidió ocupar la mente tratando de rastrear al kusajin. Se agachó, al borde del cráter, junto a la hierba, y trató de encontrar y seguir su rastro.
AO revelada: Enviar un Kage Bunshin al cráter mientras el Zaide real sigue escondido entre las ramas.
No su clon, que acababa de recibir el impacto de un millón de voltios en cada poro de su piel. Pero él sí. El auténtico. Lo había sabido desde el principio, desde que había visto un rayo perdiéndose en la bóveda formada por las ramas de los árboles. Solo existía una razón por la que él hubiese lanzado un rayo al cielo. Y, por tanto, solo existía una razón por la que su Sombra lo hubiese hecho.
Por eso había enviado un clon en su lugar después de abrir el pergamino. Y había esperado, paciente, a ver a su contraparte. Chidori en mano, se había precipitado entre los árboles, rabioso, esperando que la última información recogida por su Kage Bunshin le brindase la pista que necesitaba.
Al final, su Chidori había atravesado el tronco de un árbol. Menuda ironía. Su Sombra tampoco podía ser matada. Se desvaneció ella misma, cuando quiso, cómo quiso, dejándole con aquel sabor amargo. Dejándole insatisfecho. Dejándole inconcluso.
Tu vida no tiene sentido.
Golpeó con el puño el tronco de un árbol. Una segunda vez. Una tercera. Cuando, minutos más tarde, bajó al cráter, tenía los nudillos despellejados y los ojos enrojecidos. No por el Sharingan. ¿Qué coño iba a hacer? ¿Qué coño estaba haciendo? Sin amigos. Sin su hermana. Sin la mujer de su vida. Sin familia. Luchando una guerra que le quedaba grande. Dándoselas de revolucionario, pero tan manchado de sangre que ya formaba parte de su piel. De su aroma corporal.
—¿Habrá escapado? —se preguntó, por Yota. Tenía la voz quebrada y eso le molestó. Carraspeó.
Un Shunshin debía dejar restos en una zona de tanta hierba y arboleda como aquella. No quería pensar. No quería preguntarse cosas. Así que decidió ocupar la mente tratando de rastrear al kusajin. Se agachó, al borde del cráter, junto a la hierba, y trató de encontrar y seguir su rastro.
AO revelada: Enviar un Kage Bunshin al cráter mientras el Zaide real sigue escondido entre las ramas.
![[Imagen: Uchiha-Zaide-eyes2.png]](https://i.ibb.co/gwnNShR/Uchiha-Zaide-eyes2.png)