27/04/2022, 17:57
Le costó más tiempo del que jamás reconocería a nadie. Quizá fue porque la última frase de su sombra todavía sonaba como un eco insistente en su cabeza, o porque todavía no se fiaba del todo de que hubiesen ganado y miraba a cada rato por los alrededores. O quizá, simplemente, que un ojo veía peor que dos. Fuese como fuese, tardó un lustro en encontrar el rastro del kusajin.
—Aquí estás, me cago en mi madre.
Parecía que Yota había tomado un rumbo fijo —esperaba que más por buena orientación que por haber tirado una moneda al aire—. Bufó al pensarlo. Seguro que era lo segundo. Fuese como fuese, trató de no perder el rastro y empezó a seguir las huellas.
—Aquí estás, me cago en mi madre.
Parecía que Yota había tomado un rumbo fijo —esperaba que más por buena orientación que por haber tirado una moneda al aire—. Bufó al pensarlo. Seguro que era lo segundo. Fuese como fuese, trató de no perder el rastro y empezó a seguir las huellas.