21/05/2022, 14:41
La chica afirmó en el asunto, aclarando que seguro merecía la pena. Ella entre tanto dejó de lado la mayoría de productos de limpieza, y comenzó a caminar con cuidado en lo que recogía los trozos de metal en un cuenco metálico. Era obvio lo que trataba de hacer: No ensuciarse los zapatos. Y el motivo era sencillo, si pisaba mugre y luego seguía moviéndose por todos lados, terminaría ensuciando más que limpiando. Aunque en realidad para el suelo el chico tenía una idea mejor, limpiar todo el suelo una vez terminasen con el resto. Así no pisarían de nuevo las zonas totalmente limpias. Cerrarían, y ésta habitación quedaría higiénica y aislada.
—De acuerdo, yo continúo con la limpieza de la camilla y llevo el material que había sobre ella al lavadero del fondo. —Aclaró.
Conforme lo dicho, ambos continuaron limpiando la sala. La chica podría darse cuenta de que los trozos de metal pertenecían a shurikens o kunais, que en algún momento se habían hecho casi astillas, hiriendo a alguna víctima de manera realmente lesiva. Sin duda alguna, una manera soberbia de provocar bajas en la guerra, buscando heridos antes que muertos. Los muertos se entierran o dejan ahí, y no cuestan más dinero. Los heridos sin embargo requieren de asistencia, medicamentos, e incluso ayuda de otra índole.
Para cuando se quisieran dar cuenta, ya habrían limpiado ésta primera sala. A decir verdad, ésta no tenía demasiado trabajo. El chico pasaría de nuevo a su pelele por su vera, y tomaría un par mopas nuevas, que mojaría en el agua del cubo que había traído la chica.
—Salgamos, Momo se encarga del suelo a nuestro paso.
Y tal y como indicó, para cuando saliesen la marioneta comenzaría a dar vueltas a ras del suelo, con las manos —Más bien las mopas— limpiando el suelo allá por donde levitaba. En un abrir y cerrar de ojos, el títere habría acabado con la suciedad del suelo, y con ello habrían terminado la primera sala. Ahora... tocaba posiblemente la peor.
—De acuerdo, yo continúo con la limpieza de la camilla y llevo el material que había sobre ella al lavadero del fondo. —Aclaró.
Conforme lo dicho, ambos continuaron limpiando la sala. La chica podría darse cuenta de que los trozos de metal pertenecían a shurikens o kunais, que en algún momento se habían hecho casi astillas, hiriendo a alguna víctima de manera realmente lesiva. Sin duda alguna, una manera soberbia de provocar bajas en la guerra, buscando heridos antes que muertos. Los muertos se entierran o dejan ahí, y no cuestan más dinero. Los heridos sin embargo requieren de asistencia, medicamentos, e incluso ayuda de otra índole.
Para cuando se quisieran dar cuenta, ya habrían limpiado ésta primera sala. A decir verdad, ésta no tenía demasiado trabajo. El chico pasaría de nuevo a su pelele por su vera, y tomaría un par mopas nuevas, que mojaría en el agua del cubo que había traído la chica.
—Salgamos, Momo se encarga del suelo a nuestro paso.
Y tal y como indicó, para cuando saliesen la marioneta comenzaría a dar vueltas a ras del suelo, con las manos —Más bien las mopas— limpiando el suelo allá por donde levitaba. En un abrir y cerrar de ojos, el títere habría acabado con la suciedad del suelo, y con ello habrían terminado la primera sala. Ahora... tocaba posiblemente la peor.