28/05/2022, 22:44
El hombre a cargo de la tienda tenía cuanto menos una pinta interesante, su aspecto parecía contar una historia. Tenía el cabello canoso y parecía ser tuerto, pese a ser un comerciante, su parche lo constituía una bandana. No se sintió particularmente intimidada por las pintas de aquel hombre, quizás todo lo contrario incluso.
Tuteaba a su hija, como cualquier persona relajada podría llegar a hacer. Cosa que no sería precisamente común en su hogar, pero cada familia era un mundo a fin de cuentas.
—Es un gusto conocerlo, Yuki-san.
Se apresuraría a decir remarcando su reverencia en señal de respeto, no tenía intención alguna de salirse del más que estudiado protocolo que había asimilado con los años.
—No hubo mucha oportunidad de tener una conversación muy larga el día que nos conocimos.
Defendió de la mejor forma que pudo la situación de su recién conocida, sin intenciones de mentir por ella tampoco. Tomaría entonces el asiento que se le había ofrecido y le dedicaría un instante de su vida a examinar con sincera curiosidad a las existencias de la tienda.
Escucharía con atención las palabras del hombro y se detendría un segundo más a ver como tomaba la espada para darle un tratamiento de belleza. Buscaría pararse en el lugar y girar sobre su eje para apreciar el arsenal disponible para todo aquel que tuviese la suficiente cantidad de monedas en su poder. Claramente no era su caso, pero esperaba que ese día no estuviese tan lejos tampoco.
—Sin duda alguna es una tienda hermosa, mis padres me han enseñado a apreciar el valor de un arma bien fabricada. Ellos también se dedican a comerciar armamento ninja.
Reconocería alabando la puesta en escena que le habían ofrecido mientras que se paraba de forma tal que la wakizashi que cargaba en su cinturón estuviese perfectamente a la vista para el ojo hábil de un artesano como podría ser Yuki Fubuki.
Una ligera sonrisa se marcó en el rostro de la kunoichi cuando le recordaron sobre el estado de su equipo, el día anterior le había dedicado la tarde a poner a punto el brillo a la hoja de su espada y ajustar la tsuka decorada con hilo azul para poder presentársela a la kunoichi que había ido a encontrar.
—Cuento con sus servicios en caso de que sea preciso hacer el mantenimiento a mi espada, Fubuki-san.
Tuteaba a su hija, como cualquier persona relajada podría llegar a hacer. Cosa que no sería precisamente común en su hogar, pero cada familia era un mundo a fin de cuentas.
—Es un gusto conocerlo, Yuki-san.
Se apresuraría a decir remarcando su reverencia en señal de respeto, no tenía intención alguna de salirse del más que estudiado protocolo que había asimilado con los años.
—No hubo mucha oportunidad de tener una conversación muy larga el día que nos conocimos.
Defendió de la mejor forma que pudo la situación de su recién conocida, sin intenciones de mentir por ella tampoco. Tomaría entonces el asiento que se le había ofrecido y le dedicaría un instante de su vida a examinar con sincera curiosidad a las existencias de la tienda.
Escucharía con atención las palabras del hombro y se detendría un segundo más a ver como tomaba la espada para darle un tratamiento de belleza. Buscaría pararse en el lugar y girar sobre su eje para apreciar el arsenal disponible para todo aquel que tuviese la suficiente cantidad de monedas en su poder. Claramente no era su caso, pero esperaba que ese día no estuviese tan lejos tampoco.
—Sin duda alguna es una tienda hermosa, mis padres me han enseñado a apreciar el valor de un arma bien fabricada. Ellos también se dedican a comerciar armamento ninja.
Reconocería alabando la puesta en escena que le habían ofrecido mientras que se paraba de forma tal que la wakizashi que cargaba en su cinturón estuviese perfectamente a la vista para el ojo hábil de un artesano como podría ser Yuki Fubuki.
Una ligera sonrisa se marcó en el rostro de la kunoichi cuando le recordaron sobre el estado de su equipo, el día anterior le había dedicado la tarde a poner a punto el brillo a la hoja de su espada y ajustar la tsuka decorada con hilo azul para poder presentársela a la kunoichi que había ido a encontrar.
—Cuento con sus servicios en caso de que sea preciso hacer el mantenimiento a mi espada, Fubuki-san.