15/07/2022, 20:23
Dos segundos. Eso es lo que iba a darle, y eso es lo que le dio. Aunque, la verdad, se le habían hecho eternos. Como diez días. Diez días con sus diez noches exactamente. Así que colocó las manos por encima de las de Yota —que ya tenía firmemente agarradas las espadas—, y tiró de ellas.
Quizá Zaide desease gobernar a la Tormenta, pero Yota no, y lo único que necesitaba el kusajin era un pequeño empujoncito. Un jodido rayo que le despertase de una vez como al enfermo que acaba de sufrir una parada cardiorrespiratoria.
Zaide sería ese rayo.
Quizá Zaide desease gobernar a la Tormenta, pero Yota no, y lo único que necesitaba el kusajin era un pequeño empujoncito. Un jodido rayo que le despertase de una vez como al enfermo que acaba de sufrir una parada cardiorrespiratoria.
Zaide sería ese rayo.