15/02/2016, 00:12
Lo que hiciera el joven de Uzu le traía sin cuidado, después de todo lo único que había mencionado era una kusarigama y látigos pero esos últimos no alcanzaban a llenar un pabellón al igual que la primera mencionada y a ella al menos no se le ocurría un buen lugar donde podría encontrar armas de esa índole. Además, ella por su parte había encontrado algo que le encantaba y realmente no tenía relación con la máscara que solía utilizar día a día.
~ ¡Algún día podré levantar una de estas! ~ Se decía a si misma la pelirroja que casi babeaba mientras analizaba con la mirada esa belleza al otro lado de la vitrina. Una lástima que seguramente fuese una mera réplica sin filo. - ¡Algún día tendré una como esa! - Exclamó la alegre kunoichi incapaz de despegar la mirada de la vitrina.
- Creo que te pega, ¿sabes? -
- Si… Estaba pensando teñir la ropa de negro… Y tal vez el pelo también… - Comentó ya perdiendo la emoción que había estado sintiendo por ver el arma que tenía delante, se aburría rápido y por ende o se retiraría del museo o seguiría viendo algunas cosas más, aunque dudaba mucho encontrarse algo parecido a las armas que tenía en casa esperando a ser utilizadas alguna vez.
Lo bueno era que no estaba sola y podría llegar a sacar provecho de la situación. - ¿Dónde vamos? No sé donde podrían estar los látigos. - Dijo la pelirroja mientras desviaba la mirada de un lado a otro como si fuese a localizar algo nuevo sin tener que moverse y claro, ahí estaba el problema, la guadaña estaba justo al lado de la puerta de salida del pabellón. Por como iban recorriendo el lugar estos dos shinobis cualquiera pensaría que el museo era realmente pequeño pero como no se detenían ni cinco minutos a ver nada se les pasaba volando.
Por mucho que haya consultado a su compañero, la chica de Takigakure ya había emprendido la marcha a través del pabellón siguiente de museo, en este nuevo lugar habían lanzas de todas las longitudes y detalles pero no le llamaban en lo más mínimo la atención y por ello simplemente se mantenía caminando sin frenarse ni un simple instante.
~ ¡Algún día podré levantar una de estas! ~ Se decía a si misma la pelirroja que casi babeaba mientras analizaba con la mirada esa belleza al otro lado de la vitrina. Una lástima que seguramente fuese una mera réplica sin filo. - ¡Algún día tendré una como esa! - Exclamó la alegre kunoichi incapaz de despegar la mirada de la vitrina.
- Creo que te pega, ¿sabes? -
- Si… Estaba pensando teñir la ropa de negro… Y tal vez el pelo también… - Comentó ya perdiendo la emoción que había estado sintiendo por ver el arma que tenía delante, se aburría rápido y por ende o se retiraría del museo o seguiría viendo algunas cosas más, aunque dudaba mucho encontrarse algo parecido a las armas que tenía en casa esperando a ser utilizadas alguna vez.
Lo bueno era que no estaba sola y podría llegar a sacar provecho de la situación. - ¿Dónde vamos? No sé donde podrían estar los látigos. - Dijo la pelirroja mientras desviaba la mirada de un lado a otro como si fuese a localizar algo nuevo sin tener que moverse y claro, ahí estaba el problema, la guadaña estaba justo al lado de la puerta de salida del pabellón. Por como iban recorriendo el lugar estos dos shinobis cualquiera pensaría que el museo era realmente pequeño pero como no se detenían ni cinco minutos a ver nada se les pasaba volando.
Por mucho que haya consultado a su compañero, la chica de Takigakure ya había emprendido la marcha a través del pabellón siguiente de museo, en este nuevo lugar habían lanzas de todas las longitudes y detalles pero no le llamaban en lo más mínimo la atención y por ello simplemente se mantenía caminando sin frenarse ni un simple instante.