9/10/2022, 18:29
Ante sus palabras, Ren le mantuvo la mirada sin pestañear. Comenzó a caminar, y desenfundó su espada para ni siquiera ojear el filo. Después, la alzaría, para tras arquear el brazo, lanzarlo contra la pared sobre la que estaba apostado aquel hombre, dejando la espada clavada en la pared. No le dirigiría otra vez la mirada, tan solo caminaría, y si le obligaba a deshacerse también de la vaina, simplemente desharía el nudo que la mantenía atada en la cintura mientras caía al suelo sin volver a ser observada.
Ren abriría la puerta de golpe, con los ojos abiertos como platos y el bello de su cuerpo ligeramente erizado. Al ser buena mañana, entraba bastante luz por la puerta que había abierto, dejando seguramente tan solo su figura en negro, mientras el blanco de sus ojos brillaba por el reflejo de la luz sobre cualquier superficie. Sus pupilas, afiladas y finas como las de un gato, terminaban de ensamblar su figura.
Ren abriría la puerta de golpe, con los ojos abiertos como platos y el bello de su cuerpo ligeramente erizado. Al ser buena mañana, entraba bastante luz por la puerta que había abierto, dejando seguramente tan solo su figura en negro, mientras el blanco de sus ojos brillaba por el reflejo de la luz sobre cualquier superficie. Sus pupilas, afiladas y finas como las de un gato, terminaban de ensamblar su figura.