11/11/2022, 18:38
No, si se fijaba mejor, la mujer se parecía a Nathifa, pero no era ella en absoluto. En cambio, la niña sí que tenía cierto aire. Aquellos ojos... Quizá fuese...
La Hambrienta continuó leyendo en voz alta y de forma atropellada, como si no estuviese acostumbrada.
—¿Qué? ¿Estás de coña? Nathifa era... ¿una Moradora del Desierto?
—¡Qué más da! ¡Eso debe ser de cuando era una cría! ¡Mira mucho más adelante!
—Voy, voy...
—¡Sáltate otro puñado de páginas!
—¡Sáltate casi al jodido final, hostia!
—Vale, vas bien, vas bien. Sigue por ahí.
—Joder, no habla nada de ningún túnel.
—Todavía quedan páginas. ¡Va, no pares! ¡Todo esto tuvo que servir para algo!
—¿Qué coño...?
—¿Qué pasa?
—N-no. N-nada. Ese era... el del atentado, ¿no? Continúa.
—¿Por qué paras ahora?
—No... No dice nada más —respondió la Hambrienta, para su desgracia—. Solo dice que si pierden, huirá junto al resto de Esclavos por los túneles y se cobijarán en las Pirámides de Sanbei para usarla como nueva fortaleza.
La Hambrienta continuó leyendo en voz alta y de forma atropellada, como si no estuviese acostumbrada.
Papá y mamá van a regalarme una marioneta por mi cumple. Lo sé porque les escuché hablando a escondidas JEJE Soy tan feliz! Así podré proteger el espíritu del desierto. Papá siempre dice que desde que murió Sanbei el pueblo se ha ido corrompiendo. Putos foráneos! ¡Que se queden con su cielo sin sol y sus verdes ciega ojos! Nosotros venimos de la arena, y a la arena volveremos. O eso dice papá. Voy a ser la Moradora del Desierto MAS MEJOR DEL PLANETA!
—¿Qué? ¿Estás de coña? Nathifa era... ¿una Moradora del Desierto?
—¡Qué más da! ¡Eso debe ser de cuando era una cría! ¡Mira mucho más adelante!
—Voy, voy...
¡No soy capaz de controlarla! ¿¡Por qué no soy capaz de controlarla!? ¡Ya han pasado siete años, joder! Nadie entre el clan tardó tanto en manejar su primera marioneta. Y lo peor de todo es que están criticando a papá y mamá por mi culpa. Susurran entre las tiendas. Dicen que si mi sangre es tan débil, es porque ellos deben serlo también. ¿Se atreverán a amotinarse? No. ¡NO, MIS PADRES SON LOS MEJORES LIDERES QUE PUEDEN TENER! ¡NO LO HARÁN! ¡JAMÁS!
—¡Sáltate otro puñado de páginas!
OS ODIO OS ODIO OS ODIO. ¿COMO PUDISTEIS? ¡SOLO NECESITABA UN POCO MÁS DE TIEMPO!
—¡Sáltate casi al jodido final, hostia!
Hoy hemos logrado un gran avance. El Fūinjutsu está casi al completo. Todavía no funciona del todo bien en invocaciones, pero los humanos que se resisten al sello es menor al uno por ciento. Un paso más para que el mundo deje de sufrir en su propio caos. Espero volver a ver a mis padres algún día. Ellos pensaron que fui débil, todos ellos lo pensaron. Pero en realidad, me acabo de convertir en la marionetista más grande que ha habido en Ōnindo. Mis métodos son otros. Mis hilos son otros. Pero nadie en la faz de la tierra ha manejado a tantos humanos juntos.
—Vale, vas bien, vas bien. Sigue por ahí.
No me gusta cómo se está desenvolviendo la guerra. Mis marionetas, mis Esclavos, son guerreros formidables. Sin temor al dolor ni a la muerte, y obedientes como ninguno. Y ese es el problema, son demasiado obedientes. Ayer mandé a un comando a eliminar un escuadrón que teníamos localizado a la vera del Río de Oro. Resulta que habían huido antes de que llegasen, pero por el camino se encontraron al Comandante Croll con apenas guardia. ¡Menuda oportunidad para acabar con ese sucio bastardo! Pero como no les había mencionado nada de él, ¡dejaron pasar el regalo caído del cielo!
No me gusta, pero no me queda más remedio que ceder parte del control para que eso no vuelva a suceder. A gente de mi confianza que los pueda dirigir en combate. Aunque ellos tienen que tener otro tipo de control. Es demasiado peligroso que usen un artilugio como el mío. Si lo perdiesen y cayesen en manos del enemigo... No, tiene que ser algo más sencillo. Y algo sobre lo que yo tenga absoluto control. No existe la gente que tenga mi ABSOLUTA confianza. Papá, mamá, eso me lo enseñasteis bien.
No me gusta, pero no me queda más remedio que ceder parte del control para que eso no vuelva a suceder. A gente de mi confianza que los pueda dirigir en combate. Aunque ellos tienen que tener otro tipo de control. Es demasiado peligroso que usen un artilugio como el mío. Si lo perdiesen y cayesen en manos del enemigo... No, tiene que ser algo más sencillo. Y algo sobre lo que yo tenga absoluto control. No existe la gente que tenga mi ABSOLUTA confianza. Papá, mamá, eso me lo enseñasteis bien.
—Joder, no habla nada de ningún túnel.
—Todavía quedan páginas. ¡Va, no pares! ¡Todo esto tuvo que servir para algo!
Uchiha Zaide...
—¿Qué coño...?
—¿Qué pasa?
—N-no. N-nada. Ese era... el del atentado, ¿no? Continúa.
Uchiha Zaide estuvo aquí hoy. ¡En mis narices! ¿Cómo se me pudo escapar dos veces? Envié a la Tríada de Sanbei a por él, pero no puedo permitirme perder más poder. Hokori Kishin me está apretando. La guerra no pinta bien. Mis Consejeros me apremian a que use el sello en inocentes. Así daríamos la vuelta a la balanza. Pero me niego. Hice este sello para controlar al Mal. No cruzaré esa línea.
He vivido entre los Moradores del Desierto. Serán sucias ratas, pero lo bueno de las ratas es que saben cómo moverse sin ser vistas. Recuerdo que mamá me condujo por los túneles laberínticos del Desierto. No recuerdo bien todos los caminos, pero sé que una de esas entradas se encuentra en esta fortaleza. Antes de que fuese Directora, ningún Morador del Desierto permanecía mucho tiempo en esta prisión, oh, no. Y fue buena idea no sellar la entrada secreta.
Secreta. Qué gracioso decir eso. No podía estar más a la vista, y ni los presos se han dado cuenta de ella.
He vivido entre los Moradores del Desierto. Serán sucias ratas, pero lo bueno de las ratas es que saben cómo moverse sin ser vistas. Recuerdo que mamá me condujo por los túneles laberínticos del Desierto. No recuerdo bien todos los caminos, pero sé que una de esas entradas se encuentra en esta fortaleza. Antes de que fuese Directora, ningún Morador del Desierto permanecía mucho tiempo en esta prisión, oh, no. Y fue buena idea no sellar la entrada secreta.
Secreta. Qué gracioso decir eso. No podía estar más a la vista, y ni los presos se han dado cuenta de ella.
—¿Por qué paras ahora?
—No... No dice nada más —respondió la Hambrienta, para su desgracia—. Solo dice que si pierden, huirá junto al resto de Esclavos por los túneles y se cobijarán en las Pirámides de Sanbei para usarla como nueva fortaleza.