12/11/2022, 13:23
La Matasanos lo observó con expresión dura.
—Preferiría no suicidarnos llegados a este punto, Sin Piernas —Desde luego el plan de Daigo no le había sonado muy convincente. No como plan A, desde luego—. Aunque como último recurso puede venirnos bien. Estoy pensando, conozco una técnica que crea una capa pegajosa en el suelo, tan pegajosa que podría dejar atrapado a cualquiera que lo pise por un par de minutos...
»Podría ir yo debajo de todo, e ir lanzándola. Abarca como unos seis metros, y si esperamos lo suficiente como para que pierda un poco de fuerza podríamos ir bajando sin preocuparnos de resbalar y caer.
—Eso suena a que por lo menos nos llevará diez minutos bajar. ¿Tendremos tanto tiempo? ¿Y si nos descubren y nos lanzan algo? O peor, ¿y si vuelven a anular el chakra en la celda mientras estamos a mitad de camino?
La Matasanos chasqueó la lengua. Lo sabía, ninguna solución era perfecta.
—Haced como veáis. Llegados a este punto, yo sé que sobreviviré la caída. Sois vosotros tres los que os estáis jugando la vida.
—Yo... No sé. ¿Tú qué dices, Daigo?
—Preferiría no suicidarnos llegados a este punto, Sin Piernas —Desde luego el plan de Daigo no le había sonado muy convincente. No como plan A, desde luego—. Aunque como último recurso puede venirnos bien. Estoy pensando, conozco una técnica que crea una capa pegajosa en el suelo, tan pegajosa que podría dejar atrapado a cualquiera que lo pise por un par de minutos...
»Podría ir yo debajo de todo, e ir lanzándola. Abarca como unos seis metros, y si esperamos lo suficiente como para que pierda un poco de fuerza podríamos ir bajando sin preocuparnos de resbalar y caer.
—Eso suena a que por lo menos nos llevará diez minutos bajar. ¿Tendremos tanto tiempo? ¿Y si nos descubren y nos lanzan algo? O peor, ¿y si vuelven a anular el chakra en la celda mientras estamos a mitad de camino?
La Matasanos chasqueó la lengua. Lo sabía, ninguna solución era perfecta.
—Haced como veáis. Llegados a este punto, yo sé que sobreviviré la caída. Sois vosotros tres los que os estáis jugando la vida.
—Yo... No sé. ¿Tú qué dices, Daigo?