7/12/2022, 21:51
— ¡LO LOGRAMOS! ¡LO CONSEGUIMOS! —Exclamaba Daigo, lleno de júbilo—. ¡Sí! ¡Ahora vamos!
Subir fue difícil, pero a su vez, de alguna manera, realmente sencillo. Le dolían hasta los huesos y cada movimiento hacía que le ardiesen los músculos como nunca. Ninguna clase de entrenamiento podría haberlo preparado para la cantidad de dolor, cansancio, hambre y sed que sentía, pero nada de eso importaba. Sus manos y sus piernas se movían por sí solas, mientras sus ojos se mantenían fijos en una sola cosa: la libertad.
Al llegar fuera, el peliverde se tiró al suelo, boca arriba mientras tomaba profundas bocanadas de aire para recuperar el aliento, hasta que La Hambrienta reconoció al hombre al que habían rescatado. No parecía ser un humano. Tenía cara de gorila y pelo por todos lados, pero tampoco parecía ser un gorila del todo. Era... algo más.
— Parece que quiere agua. —Dijo Daigo. Ahora que lo pensaba, él también necesitaba beber algo. Todos lo necesitaban—. ¿Quién es?
Mientras preguntaba, Daigo hizo un esfuerzo más en levantarse para recoger agua con el caldero. No quería ser quien arruinase la alegría del momento, pero sabía que debía darse prisa en recoger lo que necesitaba y moverse. La última vez que pasó por Inaka, era un campo de batalla.
Subir fue difícil, pero a su vez, de alguna manera, realmente sencillo. Le dolían hasta los huesos y cada movimiento hacía que le ardiesen los músculos como nunca. Ninguna clase de entrenamiento podría haberlo preparado para la cantidad de dolor, cansancio, hambre y sed que sentía, pero nada de eso importaba. Sus manos y sus piernas se movían por sí solas, mientras sus ojos se mantenían fijos en una sola cosa: la libertad.
Al llegar fuera, el peliverde se tiró al suelo, boca arriba mientras tomaba profundas bocanadas de aire para recuperar el aliento, hasta que La Hambrienta reconoció al hombre al que habían rescatado. No parecía ser un humano. Tenía cara de gorila y pelo por todos lados, pero tampoco parecía ser un gorila del todo. Era... algo más.
— Parece que quiere agua. —Dijo Daigo. Ahora que lo pensaba, él también necesitaba beber algo. Todos lo necesitaban—. ¿Quién es?
Mientras preguntaba, Daigo hizo un esfuerzo más en levantarse para recoger agua con el caldero. No quería ser quien arruinase la alegría del momento, pero sabía que debía darse prisa en recoger lo que necesitaba y moverse. La última vez que pasó por Inaka, era un campo de batalla.