18/12/2022, 00:03
Daigo rio, alegre. No lo había pasado por alto. Aunque él apenas se había aprendido su nombre en aquel momento, solo Akiko y Aiza lo llamaban a él por su nombre real.
Protegidos por la oscuridad de la noche, consiguieron llegar a casa del contacto de Ishi sin mayores percances. Allí, un hombre mayor al que más tarde pudieron reconocer como el padre de Ishi, les abrió la puerto y les dio cobijo. Fue en aquel momento, en cuanto se sintió seguro por primera vez en meses, que su cuerpo dijo basta. Apenas podía mover un músculo, mucho menos caminar. Lo único que podía hacer era quedarse en cama y ni siquiera hasta allí pudo llegar sin ayuda.
En cama, Daigo realmente no podía hacer demasiado. No podía levantarse a entrenar, ni simplemente irse a casa, ni ayudar en nada, pero sí que pudo pensar. Era lo único que podía hacer, además de contar las grietas que había en el techo. Se tomó su tiempo en pensar qué camino tomaría a partir de entonces. No podía volver a casa y ver a sus padres, no después de lo que había hecho, pero tampoco podía desaparecer sin más, dejar a su familia sola sería el mayor acto de egoísmo que podría hacer en su vida.
Pasaron varios días en los que fue cuidado principalmente con Akiko, a quien seguía protegiendo por las noches como si realmente nunca hubiesen salido de aquel maldito agujero, mientras ella siempre conseguía escabullirse todas las mañanas para recibirlo con una tostada y un vaso de leche.
— ¡Muchas gracias! —Le agradecía siempre con una sonrisa.
La decisión demostró ser demasiado complicada como para tomarla en los cuatro días que tuvo hasta que Aiza fue a hablar con él, a solas. El hombre-gorila había hablado con ella e incluso le había dado su nombre. Aparentemente se trataba de una invocación que había sido capturada por Nathifa pero, por sorprendente y preocupante que el haya parecido aquella información a Daigo, no era la cosa más importante que Aiza había venido a decirle. Alguien más había ocupado el puesto de Nathifa, alguien que por el momento no los tenía públicamente en búsqueda y captura, pero que podría hacerlo en cualquier momento, poniendo en peligro al padre de Ishi.
— Sí. Ya llevamos demasiado tiempo aquí. —Le dijo—. ¿Sabes si nos están buscando? ¿Tienes adónde ir?
Protegidos por la oscuridad de la noche, consiguieron llegar a casa del contacto de Ishi sin mayores percances. Allí, un hombre mayor al que más tarde pudieron reconocer como el padre de Ishi, les abrió la puerto y les dio cobijo. Fue en aquel momento, en cuanto se sintió seguro por primera vez en meses, que su cuerpo dijo basta. Apenas podía mover un músculo, mucho menos caminar. Lo único que podía hacer era quedarse en cama y ni siquiera hasta allí pudo llegar sin ayuda.
En cama, Daigo realmente no podía hacer demasiado. No podía levantarse a entrenar, ni simplemente irse a casa, ni ayudar en nada, pero sí que pudo pensar. Era lo único que podía hacer, además de contar las grietas que había en el techo. Se tomó su tiempo en pensar qué camino tomaría a partir de entonces. No podía volver a casa y ver a sus padres, no después de lo que había hecho, pero tampoco podía desaparecer sin más, dejar a su familia sola sería el mayor acto de egoísmo que podría hacer en su vida.
Pasaron varios días en los que fue cuidado principalmente con Akiko, a quien seguía protegiendo por las noches como si realmente nunca hubiesen salido de aquel maldito agujero, mientras ella siempre conseguía escabullirse todas las mañanas para recibirlo con una tostada y un vaso de leche.
— ¡Muchas gracias! —Le agradecía siempre con una sonrisa.
La decisión demostró ser demasiado complicada como para tomarla en los cuatro días que tuvo hasta que Aiza fue a hablar con él, a solas. El hombre-gorila había hablado con ella e incluso le había dado su nombre. Aparentemente se trataba de una invocación que había sido capturada por Nathifa pero, por sorprendente y preocupante que el haya parecido aquella información a Daigo, no era la cosa más importante que Aiza había venido a decirle. Alguien más había ocupado el puesto de Nathifa, alguien que por el momento no los tenía públicamente en búsqueda y captura, pero que podría hacerlo en cualquier momento, poniendo en peligro al padre de Ishi.
— Sí. Ya llevamos demasiado tiempo aquí. —Le dijo—. ¿Sabes si nos están buscando? ¿Tienes adónde ir?
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.