28/12/2022, 03:43
Ishi esbozó una sonrisa. No podía decirse que fuese una sonrisa falsa, pero desde luego tampoco era una alegre. Quizá, simplemente era un escudo, forjado a hierro y fuego de las arenas del desierto.
—Matar —dijo, con la crudeza de quien ya ha perdido todo y no le queda nada más que le importe—. Ese fue mi porqué. Matar a gente sin necesidad. Bueno, pensé que la tenía. Pero no realmente. Ahora me doy cuenta.
Akiko, nerviosa, intervino rápido. Como si quisiese que su confesión estuviese tan pegada a la de la Hambrienta que Daigo no pudiese juzgarla por separado.
—Yo… Yo en realidad no hice nada. Me encarcelaron por un error. Por estar en el lado equivocado de la Ribera.
—Matar —dijo, con la crudeza de quien ya ha perdido todo y no le queda nada más que le importe—. Ese fue mi porqué. Matar a gente sin necesidad. Bueno, pensé que la tenía. Pero no realmente. Ahora me doy cuenta.
Akiko, nerviosa, intervino rápido. Como si quisiese que su confesión estuviese tan pegada a la de la Hambrienta que Daigo no pudiese juzgarla por separado.
—Yo… Yo en realidad no hice nada. Me encarcelaron por un error. Por estar en el lado equivocado de la Ribera.