1/02/2023, 17:13
El momento nostálgico y el aire puro mantuvieron a Junrei por unos segundos más en pie, pero cuando Daigo le habló, sus rodillas fallaron. Quizá llevase un tiempo sobre una buena cama y con más comida que las heces y los restos del Ojete de Ōnindo, pero claramente seguía profundamente desnutrido. Su estructura ósea era grande, pero la carne que la sustentaba era tan escasa que parecía que fuese a quebrarse como una hoja otoñal.
—¿El resto? Pensé que… —¿Qué se las arreglarían?—. Lo siento, Daigo. No sé si hubiese tenido la energía suficiente como para traerme a nadie más. Y… Ya es sacrilegio traer a alguien que no es de los nuestros. Traer a más humanos desconocidos tendría fatales consecuencias —añadió, con voz severa.
—¿El resto? Pensé que… —¿Qué se las arreglarían?—. Lo siento, Daigo. No sé si hubiese tenido la energía suficiente como para traerme a nadie más. Y… Ya es sacrilegio traer a alguien que no es de los nuestros. Traer a más humanos desconocidos tendría fatales consecuencias —añadió, con voz severa.