2/03/2023, 04:36
¿Hanrei? ¿Quién era Hanrei? Daigo siguió buscando con la mirada a alguien a su alrededor, pero no pudo encontrar a quienes los estaban asechando sino hasta que ellos mismos se mostraron. Cuatro gorilas como Junrei, vestidos y a dos patas se presentaron, armados todos excepto por uno. Los tenían completamente rodeados y lo peor era que parecían fuertes. No, la intuición de Daigo le decía que eran fuertes, probablemente más fuertes que él, todos ellos, pero ¿Cuándo no era así? Estaba preparado para pelear si hacía falta.
Por suerte, no haría falta pelear, no por el momento. El único gorila que no estaba armado, Hanrei, reconoció a su hermano, a quien ha había dado por muerto. El reencuentro alegro a Daigo, quien estaba feliz de que al menos uno de ellos se haya reencontrado con su familia. Eso le hacía preguntarse cómo sería cuando él volviese a casa. ¿Sus padres ya lo habrían dado por muerto? Probablemente sí, lo que le daba más motivos para volver lo antes posible. Tenía que hacerles saber que todavía no habían perdido a su hijo.
El chico no interrumpió la reunión familiar, hasta que uno de los gorilas lo cogió y lo levantó en su hombro con facilidad. Era cierto que Daigo había bajado mucho de peso en el último mes, pero aún así le sorprendió la facilidad con la que podía moverlo.
— Tsukiyama Daigo. —Le contestó—. Mucho gusto.
Durante su estadía en el Ojete de Ōnindo a veces había llegado a pensar que se le podría llegar a olvidar su propio nombre de lo poco que lo escuchaba, por suerte ahí había estado siempre Akiko para recordárselo. Esperaba que estuviese bien.
Se vio tentado a hablar con Eri para saberlo, pero si se estaba escabullendo temía delatarla con el sonido. Tendría que esperar un rato antes de comunicarse con ella de nuevo.
Por suerte, no haría falta pelear, no por el momento. El único gorila que no estaba armado, Hanrei, reconoció a su hermano, a quien ha había dado por muerto. El reencuentro alegro a Daigo, quien estaba feliz de que al menos uno de ellos se haya reencontrado con su familia. Eso le hacía preguntarse cómo sería cuando él volviese a casa. ¿Sus padres ya lo habrían dado por muerto? Probablemente sí, lo que le daba más motivos para volver lo antes posible. Tenía que hacerles saber que todavía no habían perdido a su hijo.
El chico no interrumpió la reunión familiar, hasta que uno de los gorilas lo cogió y lo levantó en su hombro con facilidad. Era cierto que Daigo había bajado mucho de peso en el último mes, pero aún así le sorprendió la facilidad con la que podía moverlo.
— Tsukiyama Daigo. —Le contestó—. Mucho gusto.
Durante su estadía en el Ojete de Ōnindo a veces había llegado a pensar que se le podría llegar a olvidar su propio nombre de lo poco que lo escuchaba, por suerte ahí había estado siempre Akiko para recordárselo. Esperaba que estuviese bien.
Se vio tentado a hablar con Eri para saberlo, pero si se estaba escabullendo temía delatarla con el sonido. Tendría que esperar un rato antes de comunicarse con ella de nuevo.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.