7/03/2023, 13:06
Daigo se preocupó un poco al escuchar que Baruck ya había es escuchado su nombre. Hasta ese momento, cada vez que un desconocido lo reconocía no solía ser por nada bueno. Es lo que tenía que empapelasen todo un país con tu cara, que solías pillar cierta fama. Aparentemente había escuchado hablar de él en una conversación entre su difunto rey y otra persona en la que habían considerado otorgarle el Gran Pergamino de la familia. Esa otra persona era Moyashi Kenzou.
— Sabes, Daigo-kun, yo… —¿Cómo iba a olvidarlo? Desde su combate hasta la última vez que lo vio sonreír. Tenía aquel encuentro grabado a fuego en su mente. Todavía era algo que, hasta ese día, a veces no le dejaba dormir—. Bah, ya hablaremos de eso algún día.
— ¿Kenzou-sama...? ¿A mí...? Él nunca...
— Ya habrá tiempo para eso. ¡Toda una vida!
Daigo bajó la mirada, sintiéndose extraño de repente. Había admirado a Kenzou durante toda su vida, pero desde que había tenido su encontronazo con el maestro tortuga esa admiración había sido puesta a prueba. Desde entonces no había sabido exactamente qué pensar de todo aquello, e incluso había llegado a considerar su lealtad a la aldea si lo que le habían dicho era cierto.
— Nunca llegó a decírmelo...
No entendía por qué se sentía así. Incluso si Kenzou había confiado en él lo suficiente como para considerar otorgarle el Gran Pergamino, eso no cambiaba nada ¿no es así? Daigo se secó los ojos, que ya se habían humedecido un poco más de la cuenta. Quizás, y solo quizás, su admiración por él no había disminuido nunca, realmente. Quizás que Kenzou había confiado en él era algo que necesitaba escuchar.
— Me... gusta pensar que sigo vivo porque el destino tiene algo preparado para mí. —Dijo, recomponiéndose y mirando a Baruck—.Quizás tenga algo preparado para todos.
— Sabes, Daigo-kun, yo… —¿Cómo iba a olvidarlo? Desde su combate hasta la última vez que lo vio sonreír. Tenía aquel encuentro grabado a fuego en su mente. Todavía era algo que, hasta ese día, a veces no le dejaba dormir—. Bah, ya hablaremos de eso algún día.
— ¿Kenzou-sama...? ¿A mí...? Él nunca...
— Ya habrá tiempo para eso. ¡Toda una vida!
Daigo bajó la mirada, sintiéndose extraño de repente. Había admirado a Kenzou durante toda su vida, pero desde que había tenido su encontronazo con el maestro tortuga esa admiración había sido puesta a prueba. Desde entonces no había sabido exactamente qué pensar de todo aquello, e incluso había llegado a considerar su lealtad a la aldea si lo que le habían dicho era cierto.
— Nunca llegó a decírmelo...
No entendía por qué se sentía así. Incluso si Kenzou había confiado en él lo suficiente como para considerar otorgarle el Gran Pergamino, eso no cambiaba nada ¿no es así? Daigo se secó los ojos, que ya se habían humedecido un poco más de la cuenta. Quizás, y solo quizás, su admiración por él no había disminuido nunca, realmente. Quizás que Kenzou había confiado en él era algo que necesitaba escuchar.
— Me... gusta pensar que sigo vivo porque el destino tiene algo preparado para mí. —Dijo, recomponiéndose y mirando a Baruck—.Quizás tenga algo preparado para todos.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.