16/06/2024, 15:26
Daruu dio un respingo cuando Ayame entró a toda prisa. Se aclaró la garganta y dejó los palillos a un lado. Como casi siempre desde la muerte de Yui, antes de que Ayame recuperase el habla, pensó más de dos veces con qué frase debería empezar a hablarle. Como por acto reflejo.
—Hola, Ayame. ¿Cómo... cómo estás? —Sin embargo, no podía evitar sonreírle de verdad, como hace tiempo no hacía, porque el brillo en los ojos de Ayame era distinto. La verdad, estaba más guapa que nunca. Y el kimono no tenía nada que ver—. Muy bonito, casi te tengo envidia y me lo quiero poner yo —dijo, estirando un poco de una de las mangas.
—Hola, Ayame. ¿Cómo... cómo estás? —Sin embargo, no podía evitar sonreírle de verdad, como hace tiempo no hacía, porque el brillo en los ojos de Ayame era distinto. La verdad, estaba más guapa que nunca. Y el kimono no tenía nada que ver—. Muy bonito, casi te tengo envidia y me lo quiero poner yo —dijo, estirando un poco de una de las mangas.