17/02/2016, 21:01
Contra todo pronóstico, la primera reacción de Ayame ante tal aparatosa caída fue la de comprobar que su bandana seguía cubriendo su frente. Para su alivio, no se había aflojado ni un ápice. Sin embargo, ella no había sido la única que había caído. Cuando fue capaz de sobreponerse a la sorpresa y mirar a su alrededor, Ayame vio que frente a sí a un chico que debía rondar su misma edad, algo más bajita que ella, de cabellos oscuros y rostro pálido. Una siniestra cicatriz surcaba su mejilla de lado a lado.
—¡Lo siento!
—Lo siento...
Dijeron al unísono, y Ayame se vio cortada repentinamente al apreciar la bandana que llevaba anudada en torno a la frente. Le había costado discernirlo, ya que los cabellos del chico la tapaban parcialmente, pero enseguida adivinó el contorno del símbolo de Uzushiogakure grabado en ella. ¡Era un shinobi como ella!
—¿Estas bien? ¿Te has hecho daño?
Ayame agitó la cabeza, ligeramente aturdida, y se apresuró a reincorporarse con un salto.
—S... ¡Sí! Lo siento, no estaba mirando por donde iba... ¿Tú te encuentras bien?
Mientras formulaba aquella pregunta, su cerebro trabajaba a toda velocidad. ¿Sería aquel otro participante del torneo? No sabía si eran imaginaciones suyas, pero le sonaba haber visto su cara durante el recorrido de reconocimiento que habían realizado antes del comienzo de la primera ronda.
—Tú... ¿eres también un participante del torneo? —añadió, incapaz de contenerse por más tiempo, aunque enseguida reparó en su osadía y se llevó una mano a la nuca con apuro—. Oh, perdona mis modales. Yo soy Aotsuki Ayame.
—¡Lo siento!
—Lo siento...
Dijeron al unísono, y Ayame se vio cortada repentinamente al apreciar la bandana que llevaba anudada en torno a la frente. Le había costado discernirlo, ya que los cabellos del chico la tapaban parcialmente, pero enseguida adivinó el contorno del símbolo de Uzushiogakure grabado en ella. ¡Era un shinobi como ella!
—¿Estas bien? ¿Te has hecho daño?
Ayame agitó la cabeza, ligeramente aturdida, y se apresuró a reincorporarse con un salto.
—S... ¡Sí! Lo siento, no estaba mirando por donde iba... ¿Tú te encuentras bien?
Mientras formulaba aquella pregunta, su cerebro trabajaba a toda velocidad. ¿Sería aquel otro participante del torneo? No sabía si eran imaginaciones suyas, pero le sonaba haber visto su cara durante el recorrido de reconocimiento que habían realizado antes del comienzo de la primera ronda.
—Tú... ¿eres también un participante del torneo? —añadió, incapaz de contenerse por más tiempo, aunque enseguida reparó en su osadía y se llevó una mano a la nuca con apuro—. Oh, perdona mis modales. Yo soy Aotsuki Ayame.