1/03/2016, 15:26
—¡¡YOTA-SAN!! ¡¿QUÉ HA PASADO?! —gritó, con toda la fuerza de sus pulmones para hacerse oír por encima del estruendo de la cascada.
*¡¿Cómo diantres pretende que lo sepa?! Joder aún no he llegado* pensaba entre bufidos de cansancio.
Seguía corriendo a lo que daban mis piernas, escalando metro a metro, suspiro a suspiro, cada vez con las constantes vitales más aceleradas y cada vez un poco más asfixiado. ¿Qué diantres había pasado? Joder, con lo fácil que era simplemente bajar por aquella maldita pared. Me vi obligado a bajar el ritmo, no por qué yo quisiese, claro que no, sino por qué mis piernas no daban para más y automáticamente estas iban desacelerándose.
Pero finalmente lo legré, había llegado hasta arriba. Estaba tan al límite que las bocanadas de aire eran tan grandes que incluso se escapaba algún que otro ronquido. Entonces lo vi claro. Mitsuki estaba en apuros.
*Vale, vamos a calmarnos*
Vi como había un par de tipos cercanos a una jaula que deberían haber abierto ellos mismos, cerca de unos arbustos. Uno de ellos le propinó un latigazo a la Hyuga que volvió a quejarse. Llevaba la espalda totalmente marcada y un tajo en la mejilla. De la jaula debió salir aquel animal... un tigre no muy mayor y la verdad parecía algo asustado. Rápidamente me puse al lado de mi compañera, desafiando con la mirada a los malhechores los cuales se vieron en igualdad númerica y empezaron a retroceder, lanzando un nuevo latigazo que acabo impactando al aire ya que agarre del brazo a Mitsuki y nos movimos a un lado evadiendo el ataque.
Aprovecharon la oportunidad para huir por patas. Chasquee la lengua.
-Menos mal que estás bien-
Era totalmente incapaz de quitar la vista del animal y de sus sables dentales que sobresalían por debajo de su piel aterciopelada anaranjada y con rayas azabaches.
-¡No subas, Ayame!- advertí cuando de repente me acordé de la kunoichi de Amegakure.
*¡¿Cómo diantres pretende que lo sepa?! Joder aún no he llegado* pensaba entre bufidos de cansancio.
Seguía corriendo a lo que daban mis piernas, escalando metro a metro, suspiro a suspiro, cada vez con las constantes vitales más aceleradas y cada vez un poco más asfixiado. ¿Qué diantres había pasado? Joder, con lo fácil que era simplemente bajar por aquella maldita pared. Me vi obligado a bajar el ritmo, no por qué yo quisiese, claro que no, sino por qué mis piernas no daban para más y automáticamente estas iban desacelerándose.
Pero finalmente lo legré, había llegado hasta arriba. Estaba tan al límite que las bocanadas de aire eran tan grandes que incluso se escapaba algún que otro ronquido. Entonces lo vi claro. Mitsuki estaba en apuros.
*Vale, vamos a calmarnos*
Vi como había un par de tipos cercanos a una jaula que deberían haber abierto ellos mismos, cerca de unos arbustos. Uno de ellos le propinó un latigazo a la Hyuga que volvió a quejarse. Llevaba la espalda totalmente marcada y un tajo en la mejilla. De la jaula debió salir aquel animal... un tigre no muy mayor y la verdad parecía algo asustado. Rápidamente me puse al lado de mi compañera, desafiando con la mirada a los malhechores los cuales se vieron en igualdad númerica y empezaron a retroceder, lanzando un nuevo latigazo que acabo impactando al aire ya que agarre del brazo a Mitsuki y nos movimos a un lado evadiendo el ataque.
Aprovecharon la oportunidad para huir por patas. Chasquee la lengua.
-Menos mal que estás bien-
Era totalmente incapaz de quitar la vista del animal y de sus sables dentales que sobresalían por debajo de su piel aterciopelada anaranjada y con rayas azabaches.
-¡No subas, Ayame!- advertí cuando de repente me acordé de la kunoichi de Amegakure.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa