3/03/2016, 01:21
— Entonces si que fuiste, no se tiraría del pilar solito —replicó Juro, con una sonrisa, pero Ayame volvió a alzar las manos en un brusco gesto defensivo.
—¡No...! Bueno... Yo... yo... —balbuceaba, sin saber muy bien qué decir en aquella situación. Cada vez que abría la boca debía parecer que le había pegado una paliza al pobre muchacho de Takigakure, cuando su irritación se debía precisamente a que su oponente no había aguantado siquiera un asalto.
—Debes de sentirte mal por haber terminado tan pronto —dijo entonces, y Ayame le dirigió una mirada cargada de puro alivio al ver que la había comprendido pese a su pésima manera de expresarse—. Todos queremos impresionar a los kages y a la gente que esta ahí...
Ante aquellas palabras, no pudo evitar desviar la mirada. En realidad, los Kages no le importaban demasiado. De hecho, aún le ardían las entrañas al recordar que había sido Yui quien la había utilizado en contra de su voluntad y sin tan siquiera saberlo para convertirla en el monstruo con las manos manchadas de sangre que era actualmente... No. Si ella estaba allí era para sorprender a su padre sobre todo; y, por supuesto, poder llegar a enfrentarse a Daruu en el torneo.
—Mi rival ni se ha presentado. Ha sido muy vergonzoso...
—¿En serio? ¿Y por qué? ¿Quién era?
Repentinamente se dio cuenta de que ambos estaban sentados aún en el suelo, seguramente estorbando el paso de toda aquella gente que buscaba la salida del estadio, y Ayame se levantó prácticamente de un brinco.
—¡Ay! ¡Lo siento! —se disculpó al aire, antes de volver a dirigirse hacia Juro—. Sea como sea, tú no deberías avergonzarte. Has cumplido con tu deber asistiendo al combate. No sé quién era tu oponente, ni la razón por la que no ha acudido al llamamiento, pero creo que antes que tú el que debería sentir vergüenza es él. ¿No?
—¡No...! Bueno... Yo... yo... —balbuceaba, sin saber muy bien qué decir en aquella situación. Cada vez que abría la boca debía parecer que le había pegado una paliza al pobre muchacho de Takigakure, cuando su irritación se debía precisamente a que su oponente no había aguantado siquiera un asalto.
—Debes de sentirte mal por haber terminado tan pronto —dijo entonces, y Ayame le dirigió una mirada cargada de puro alivio al ver que la había comprendido pese a su pésima manera de expresarse—. Todos queremos impresionar a los kages y a la gente que esta ahí...
Ante aquellas palabras, no pudo evitar desviar la mirada. En realidad, los Kages no le importaban demasiado. De hecho, aún le ardían las entrañas al recordar que había sido Yui quien la había utilizado en contra de su voluntad y sin tan siquiera saberlo para convertirla en el monstruo con las manos manchadas de sangre que era actualmente... No. Si ella estaba allí era para sorprender a su padre sobre todo; y, por supuesto, poder llegar a enfrentarse a Daruu en el torneo.
—Mi rival ni se ha presentado. Ha sido muy vergonzoso...
—¿En serio? ¿Y por qué? ¿Quién era?
Repentinamente se dio cuenta de que ambos estaban sentados aún en el suelo, seguramente estorbando el paso de toda aquella gente que buscaba la salida del estadio, y Ayame se levantó prácticamente de un brinco.
—¡Ay! ¡Lo siento! —se disculpó al aire, antes de volver a dirigirse hacia Juro—. Sea como sea, tú no deberías avergonzarte. Has cumplido con tu deber asistiendo al combate. No sé quién era tu oponente, ni la razón por la que no ha acudido al llamamiento, pero creo que antes que tú el que debería sentir vergüenza es él. ¿No?