9/03/2016, 16:41
Se le hacía extraño que hubiera un sitio donde la noche trajera consigo mucha más actividad que el día mismo. Las personas yendo de un lado a otro entre risas y gritos, los vendedores ambulantes en cada esquina y los muchos negocios con anuncios brillantes y llamativos. En principio imaginaba que aquel núcleo urbano se encontraba en una especie de festival, pero luego de dos días de estadía se dio cuenta de que ese era el nivel común de actividad. La gente demostraba tener gran predilección por las largas jornadas nocturnas y los ingresos que estas producían, y así noche tras noche. Si, a Tanzaku Gai bien podría llamársele “La ciudad que nunca duerme”.
—¡Señor Yoshi, terminare de filetear el pescado en un momento¡ —Movía sus manos con prisa mientras la gente se mantenía en una fila inquieta.
—¡Bien, en cuanto termines con eso corta algunos vegetales para una sopa de res de ocho raciones! —Tenían que mantenerse hablando en voz alta, pues el griterío de las órdenes entrantes dificultaba la comunicación—. ¡Después de que limpies los cuchillos y las tablas podrás tomar un descanso!
Contrario a lo que se pudiera pensar, no había una historia interesante sobre como el Ishimura terminó trabajando en una franquicia de comida. Tenía que mantenerse en la ciudad hasta recibir instrucciones por parte de su maestro, sin embargo ya llevaba dos días de espera y por lo que pintaba la situación imaginaba que tendría que esperar hasta una semana.
Resignado a quedarse allí, decidió probar el estilo de vida de aquella urbe. Al principio fue algo difícil pues solo encontraba lugares que brindaban entretenimiento para adultos. Decidió cambiar su búsqueda cuando al pasar frente a la zona roja una bella mujer ofreció volverlo un hombre adulto a cambio de un pago y de permitirle acariciar su cabello.
En cierto punto se mantuvo cerca de una feria en la cual había muchos juegos de habilidad. Al principio se encontró muy cómodo, pero luego de casi dejar en quiebra al juego de los dardos, al de los aros y al de los nudos, los dueños del lugar se pusieron de acuerdo para vetar su entrada. Al menos se había ganado varios premios, pero aun seguía sin nada entretenido que hacer.
Al final, mientras se sentaba a reflexionar en una pequeña plaza, dio con un negocio de cocina que parecía estar falto de personal. Pudo ver que era la principal franquicia de la calle y que sus quince mesas tomaban gran parte de aquel espacio. Se acercó a preguntar si había vacantes y el dueño lo recibió con una mirada que decía: “Eres un mocoso ¿De qué me puedes servir en la cocina?”. En efecto Kazuma no tenía idea alguna sobre el arte culinario, pero sí que sabía cómo manejar un cuchillo; Tenía la capacidad de manejar los filos más difíciles y con un corte delicado despellejar y filetear en la mitad de tiempo que cualquiera. Si bien el guiso que le pidieron como prueba quedó en extremo insípido, la forma y la destreza con la que manejo los instrumentos le ganó un lugar en la nómina.
—¡Hey tú, bribón! —Rugió el dueño del negocio al ver a un sujeto que parecía tener las intenciones de irse sin pagar.
El señor Yoshi demostraba tener una memoria y una capacidad de observación bastante destacables para un hombre de mediana edad. Pero ya no estaba en condiciones de correr tras quienes gustaban de comer gratis. Claro, podía cobrar al servir, pero aseguraba que eso transmitía desconfianza a los clientes. Solía decir: “Nada es mejor que el gusto que da cuando la gente te paga por que disfruto la comida y no solo porque se la has servido”.
Justo cuando aquel hombre comenzaba a levantarse para correr, un pesado y brillante cuchillo de carnicero aterrizó cerca de su mano, enterrándose en la madera de la mesa. En cuanto volvió la cabeza noto como aquellos ojos grises estaban clavados en él y como en una de esas morenas manos había otro filo listo para ser arrojado, solo que sin fallar en la siguiente ocasión.
—¡Bien hecho, muchacho! —Las felicitaciones por su habilidad se hacían cada vez más comunes en aquel sitio.
Finalmente llegó la hora de su descanso, y bien merecido que lo tenía. Aunque fuese un ninja hecho y derecho, seguía siendo un muchachito y el ajetreo de las jornadas nocturnas le hacían bastante mella. Por suerte su jefe era una persona consciente de su edad y cuando le veía cansado le incitaba a tomarse las cosas con calma.
—¡Voy saliendo¡ —Aviso mientras abandonaba su estación de trabajo.
Limpio sus utensilios, la tabla de picar y los cuchillos, y se colgó el delantal al hombro. De uno de los cajones refrigerados tomo una bebida helada y se encamino a buscar un lugar para sentarse en la plaza. Al final decidió acercarse a una esquina por donde no pasaba tanta gente, en aquel sitio pudo ver como un muchacho parecía estar pasando el rato. Desde la distancia que los separaba y con la luz trémula que los cubría, era difícil decirlo, pero aquel chico parecía no ser de aquella ciudad.
Sin pensarlo mucho se acercó hasta el banquillo donde estaba.
—Buenas noches —dijo, educadamente mientras se sentaba—. Es una ciudad donde resulta difícil irse a dormir temprano ¿cierto?
Dio una probada a su bebida y dejó escapar un largo “Ahh” cuando sintió el frío néctar carbonatado pasar por su garganta. Sin duda debía de dar un espectáculo curioso; Ahí sentado con un delantal sucio y con una redecilla para el cabello, que había olvidado quitarse, y totalmente calmado como si fuera el lugar más cómodo de Tanzaku Gai.
—¡Señor Yoshi, terminare de filetear el pescado en un momento¡ —Movía sus manos con prisa mientras la gente se mantenía en una fila inquieta.
—¡Bien, en cuanto termines con eso corta algunos vegetales para una sopa de res de ocho raciones! —Tenían que mantenerse hablando en voz alta, pues el griterío de las órdenes entrantes dificultaba la comunicación—. ¡Después de que limpies los cuchillos y las tablas podrás tomar un descanso!
Contrario a lo que se pudiera pensar, no había una historia interesante sobre como el Ishimura terminó trabajando en una franquicia de comida. Tenía que mantenerse en la ciudad hasta recibir instrucciones por parte de su maestro, sin embargo ya llevaba dos días de espera y por lo que pintaba la situación imaginaba que tendría que esperar hasta una semana.
Resignado a quedarse allí, decidió probar el estilo de vida de aquella urbe. Al principio fue algo difícil pues solo encontraba lugares que brindaban entretenimiento para adultos. Decidió cambiar su búsqueda cuando al pasar frente a la zona roja una bella mujer ofreció volverlo un hombre adulto a cambio de un pago y de permitirle acariciar su cabello.
En cierto punto se mantuvo cerca de una feria en la cual había muchos juegos de habilidad. Al principio se encontró muy cómodo, pero luego de casi dejar en quiebra al juego de los dardos, al de los aros y al de los nudos, los dueños del lugar se pusieron de acuerdo para vetar su entrada. Al menos se había ganado varios premios, pero aun seguía sin nada entretenido que hacer.
Al final, mientras se sentaba a reflexionar en una pequeña plaza, dio con un negocio de cocina que parecía estar falto de personal. Pudo ver que era la principal franquicia de la calle y que sus quince mesas tomaban gran parte de aquel espacio. Se acercó a preguntar si había vacantes y el dueño lo recibió con una mirada que decía: “Eres un mocoso ¿De qué me puedes servir en la cocina?”. En efecto Kazuma no tenía idea alguna sobre el arte culinario, pero sí que sabía cómo manejar un cuchillo; Tenía la capacidad de manejar los filos más difíciles y con un corte delicado despellejar y filetear en la mitad de tiempo que cualquiera. Si bien el guiso que le pidieron como prueba quedó en extremo insípido, la forma y la destreza con la que manejo los instrumentos le ganó un lugar en la nómina.
—¡Hey tú, bribón! —Rugió el dueño del negocio al ver a un sujeto que parecía tener las intenciones de irse sin pagar.
El señor Yoshi demostraba tener una memoria y una capacidad de observación bastante destacables para un hombre de mediana edad. Pero ya no estaba en condiciones de correr tras quienes gustaban de comer gratis. Claro, podía cobrar al servir, pero aseguraba que eso transmitía desconfianza a los clientes. Solía decir: “Nada es mejor que el gusto que da cuando la gente te paga por que disfruto la comida y no solo porque se la has servido”.
Justo cuando aquel hombre comenzaba a levantarse para correr, un pesado y brillante cuchillo de carnicero aterrizó cerca de su mano, enterrándose en la madera de la mesa. En cuanto volvió la cabeza noto como aquellos ojos grises estaban clavados en él y como en una de esas morenas manos había otro filo listo para ser arrojado, solo que sin fallar en la siguiente ocasión.
—¡Bien hecho, muchacho! —Las felicitaciones por su habilidad se hacían cada vez más comunes en aquel sitio.
Finalmente llegó la hora de su descanso, y bien merecido que lo tenía. Aunque fuese un ninja hecho y derecho, seguía siendo un muchachito y el ajetreo de las jornadas nocturnas le hacían bastante mella. Por suerte su jefe era una persona consciente de su edad y cuando le veía cansado le incitaba a tomarse las cosas con calma.
—¡Voy saliendo¡ —Aviso mientras abandonaba su estación de trabajo.
Limpio sus utensilios, la tabla de picar y los cuchillos, y se colgó el delantal al hombro. De uno de los cajones refrigerados tomo una bebida helada y se encamino a buscar un lugar para sentarse en la plaza. Al final decidió acercarse a una esquina por donde no pasaba tanta gente, en aquel sitio pudo ver como un muchacho parecía estar pasando el rato. Desde la distancia que los separaba y con la luz trémula que los cubría, era difícil decirlo, pero aquel chico parecía no ser de aquella ciudad.
Sin pensarlo mucho se acercó hasta el banquillo donde estaba.
—Buenas noches —dijo, educadamente mientras se sentaba—. Es una ciudad donde resulta difícil irse a dormir temprano ¿cierto?
Dio una probada a su bebida y dejó escapar un largo “Ahh” cuando sintió el frío néctar carbonatado pasar por su garganta. Sin duda debía de dar un espectáculo curioso; Ahí sentado con un delantal sucio y con una redecilla para el cabello, que había olvidado quitarse, y totalmente calmado como si fuera el lugar más cómodo de Tanzaku Gai.