13/03/2016, 08:31
Su vista era buena, pero además de cansado estaba apenado. No se molestó en observar bien al sujeto con el que estaba interactuando. Dedució que tener cabellera canosa y piel morocha eran comunes en los jóvenes de Tanzaku Gai. Además, ya tenía en mente pararse y decirle buenas noches. La idea de emborracharse le tentó.
El sujeto compartía la misma desgracia de la juventud que sufría Hei; ninguna mujer quiere hacerlo con un niño, por más dinero que tenga. Aunque bueno, todo tiene su precio. Y su etapa rebelde estaba a punto de acabar, beber ya se había vuelto un método de desahogo. Y ni hablar de esas largas noches en sus amigos, probando cosas prohibidas.
— Entiendo, yo tampoco soy de por aquí. De hecho como podrás notar, soy de Kuni no Uzu. — Dijo señalando su frente.
Un rayo de luz causa de una carreta con farol que pasó por el lugar alcanzó al metal que protegía la frente del morocho, dejandola en descubierto. Era una insignia ninja, como la suya. Pero era de otra aldea, la del Remolino.
Se estremeció y sus ojos se abrieron como nunca lo hicieron. No se lo creía, ¿justo tenía que toparse con un ninja de otra aldea? ¿se había sentado a su lado sabiendo que era un ninja de Takigakure? Quién sabe, solo haciendo las preguntas conocería la respuesta.
— Por cierto, mi nombre es Ishimura Kazuma. Y tu... ¿cómo te llamas? — Continuó, sólo que ofeciendo una bebida al rubio que él también estaba bebiendo.
Hei, algo dudoso, tomó la bebida y fingió una sonrisa.
— Hei. Rokuro Hei. Shinobi de Takigakure. — Recitó mientras abría la bebida. — Gracias, no bebo nada desde que pasamos la aduana. — Hizo una pausa para probar la bebida. — ¿De qué gustó es? Me parece familiar. — La luz no le alcanzaba para leer la etiqueta. — No importa, lo importante es: no estaba envenenada, ¿verdad? — Dijo mientras sonreía. Capaz una broma como esa servía para romper el hielo entre los dos. Hei se interesó, la idea de conocer a alguien de otra aldea lo motivo a no irse.
El sujeto compartía la misma desgracia de la juventud que sufría Hei; ninguna mujer quiere hacerlo con un niño, por más dinero que tenga. Aunque bueno, todo tiene su precio. Y su etapa rebelde estaba a punto de acabar, beber ya se había vuelto un método de desahogo. Y ni hablar de esas largas noches en sus amigos, probando cosas prohibidas.
— Entiendo, yo tampoco soy de por aquí. De hecho como podrás notar, soy de Kuni no Uzu. — Dijo señalando su frente.
Un rayo de luz causa de una carreta con farol que pasó por el lugar alcanzó al metal que protegía la frente del morocho, dejandola en descubierto. Era una insignia ninja, como la suya. Pero era de otra aldea, la del Remolino.
Se estremeció y sus ojos se abrieron como nunca lo hicieron. No se lo creía, ¿justo tenía que toparse con un ninja de otra aldea? ¿se había sentado a su lado sabiendo que era un ninja de Takigakure? Quién sabe, solo haciendo las preguntas conocería la respuesta.
— Por cierto, mi nombre es Ishimura Kazuma. Y tu... ¿cómo te llamas? — Continuó, sólo que ofeciendo una bebida al rubio que él también estaba bebiendo.
Hei, algo dudoso, tomó la bebida y fingió una sonrisa.
— Hei. Rokuro Hei. Shinobi de Takigakure. — Recitó mientras abría la bebida. — Gracias, no bebo nada desde que pasamos la aduana. — Hizo una pausa para probar la bebida. — ¿De qué gustó es? Me parece familiar. — La luz no le alcanzaba para leer la etiqueta. — No importa, lo importante es: no estaba envenenada, ¿verdad? — Dijo mientras sonreía. Capaz una broma como esa servía para romper el hielo entre los dos. Hei se interesó, la idea de conocer a alguien de otra aldea lo motivo a no irse.