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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
«¡Demonios! Hace calor y no deja de picarme la nariz.»

El día resultaba anormalmente caluroso para lo que se esperaba de aquella estación, y por si fuera poco el sudor y los insectos estaban a la orden del día. El Bosque de hongos se manifestaba a su alrededor como un espectáculo psicodélico y perturbador; Cada tipo de seta tenía su estación y sus colores correspondientes. Las de esa primavera mostraban todo un abanico de colores verdes claros, oscuros y chillones.

«¿Cómo termine internándome en lugar como este? —Se encontraba acuclillado y escondido entre los sombreros de unos hongos enormes, con ríos de sudor bajando por sus sienes—. Claro, los del pueblo me dijeron: “No te preocupes, en esta época el bosque es un lugar hermoso y no representará un desafío para un ninja como tú”.»

Lejos de ser un jardín idílico, el lugar resultaba ser una jungla desgastante. Tenía muchas cosas malas, pero lo peor resultaban ser los insectos; Le trepaban la piel y se le escondían en el cabello, le picaban y dejaban marcas en su piel. Luego de cinco interminables minutos de aquello, decidió cubrir su cuerpo con la savia de una planta de aloe. Como era de esperarse apestaba mucho, pero ciertamente las alimañas lo evitaban.

«Vamos ¿Cuándo vas a aparecer? —Su particular calma comenzaba a quebrarse—. Llevo aquí toda la mañana y ya he visto un ciervo, un oso y algo que podría ser el chupacabras, pero ni una señal de aquel jodido jabalí.»

Todos tenemos una especie de suerte contextual que determina en qué tipo de situaciones no encontraremos. Algunos estaban destinados a toparse con chicas en situaciones “picantes”, otros solían encontrarse en los lugares idóneos para hacer negocios. Pero el Ishimura era parte del grupo selecto cuya suerte alineaba las estrellas para que jamás le faltará un buen conflicto o situación problemática.

En su viaje de retorno al país de la espiral se topó con un pequeño pueblo que estaba en problemas. De verdad que quiso pasar de largo, pero la curiosidad le gano. Resultaba que las personas de aquel lugar vivían en base a lo que ganaban vendiendo los hongos del bosque cercano. Pero últimamente estaban en decaída pues la recolección se había dificultado, por no decir que se había detenido por completo.

«Bueno, así es la naturaleza —pensó, al escuchar que todo era culpa de un animal enloquecido—. Si esto no es obra de algún matón no veo la necesidad de interferir.»

Pero entonces una anciana dio grito agudo diciendo “Eres un ninja y tienes una espada, tú podrías ayudarnos”. Su primera reacción fue de un no rotundo, ya sabía lo que sucedía cuando se involucra demasiado y la sensación tirante de la cicatriz de su muslo se lo recordaba a diario. Pero antes de poder decir algo, la gente salió de sus casas para rodearlo como hormigas hambrientas. Todos ponían caras de borrego y ojos de perrito abandonado.

Al final termino cediendo y pidiendo que le explicaran la situación.

El relato resultaba un poco más inverosímil de lo que estaba acostumbrado a escuchar; En el bosque vivía un gran jabalí, que a pesar de ser muy agresivo jamás salía de su territorio. Pero en las últimas semanas había estado atacando en la zona donde los aldeanos cosechaban hongos. El ataque fue repentino, y quienes pudieron huir contaron historias sobre cómo la bestia ahora tenía ojos rojos y colmillos metálicos, si, así de loca era la historia.

Lo contado era muy extraño y la forma de hablar de la anciana del pueblo no le convencía. Pero de ser cierto, era un peligro que solo un ninja podría frenar.

Se preparó durante la noche y en cuanto llegó el alba se dirigió a terminar con aquel asunto. No le fue muy bien; La ansiedad le hacía saltar sobre cualquier cosa que se moviera, y eso tenía sus consecuencias. Primero fue el ciervo, que era bastante hábil utilizando aquellas hasta y que parecía estar retándolo a un duelo de esgrima. Luego fue el oso, que resultó un duro oponente con aquella masa muscular tan desarrollada y que parecía eructar con cada movimiento. Por último fue aquella criatura que parecía un reptil humanoide con espinas… Lo que pasó fue bastante raro y grotesco, por lo que juró que jamás hablaría de ello, pues seguramente era una alucinación causada por las esporas.

«Estúpido Jabalí, te juro que cuando te atrape haré una enorme barbacoa contigo.»

Un sonido similar a pisadas detuvo sus maquinaciones gastronómicas, y procedió a preparar su, magullado y cansado, cuerpo para una nueva emboscada. Esta vez con la esperanza de que se tratara de su objetivo y no de otra criatura anómala.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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Mensajes en este tema
Un jabalí con guarnición de hongos y espadas - por Hanamura Kazuma - 13/03/2016, 19:22


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