15/03/2016, 22:27
Datsue no escuchaba ni le importaba otra cosa que los huesos de aquel tipo cediendo bajo la fuerza de los suyos. No hasta que alguien le empujó, tirándolo al suelo y evitando que su cabeza siguiese subiendo y bajando como un pájaro carpintero.
Fue entonces cuando se dio cuenta que estaba temblando. Sus manos, sudadas, palpitaban al son de su corazón, terriblemente agitado. ¿Qué demonios le había pasado? Nunca se había considerado un chico violento. Es más, siempre prefería evitar a toda costa cualquier pelea. Odiaba que le pegasen en la cara, cierto, pero nunca se había puesto así.
¿Había sido entonces, quizá, por el miedo a morir en aquel callejón de mala muerte? El miedo cambia a las personas, recordó. Eso era lo que solían decir los viejos curtidos en mil batallas. A él el miedo lo había paralizado en varias ocasiones, como en la escaramuza que había sufrido junto a Kunie. Sim embargo, ahora que empezaba a asimilar aquella sensación, el miedo a la muerte le mostraba como realmente era: un superviviente.
Ni héroe, ni justo, ni bondadoso. Sólo un tipo que apreciaba tanto su vida como para segar cualquier alma que tratase de arrebatársela. En un mundo como aquel, ¿quién podría culparle por ello?
De pronto, su cerebro se conectó de vuelta a la realidad y trató de escuchar lo que le decían. Anzu llevaba hablando un buen rato, pero sólo pudo captar sus últimas palabas.
-Putos yonquis -escupió, con desprecio-. Ahora entiendo que nos haya costado tanto tumbarlo... Y también que me atacara. Es un adicto al omoide -de repente su rostro se iluminó, como si acabase de recordar algo muy importante-. Lo cual, por otra parte, no puede ser mejor noticia. Estamos cerca.
—No puede ser mejor noticia —repitió, como un robot—. ¡¿No puede ser mejor noticia!? —exclamó, anonadado—. ¿Pero a dónde cojones me estás llevando?
En realidad, todo aquello no tendría que sorprenderle. Ya desde el principio, el Uchiha había tenido meridianamente claro que tendría que negociar con personas dedicada a la droga para sacar rentabilidad a su pequeño truco del Henge no Jutsu Invertido. Pero ahora que se enfrentaba a la realidad la situación le estaba superando. Por no decir que estaba acojonado.
—¿Y qué demonios es eso del omoide? —exigió saber.
Fue entonces cuando se dio cuenta que estaba temblando. Sus manos, sudadas, palpitaban al son de su corazón, terriblemente agitado. ¿Qué demonios le había pasado? Nunca se había considerado un chico violento. Es más, siempre prefería evitar a toda costa cualquier pelea. Odiaba que le pegasen en la cara, cierto, pero nunca se había puesto así.
¿Había sido entonces, quizá, por el miedo a morir en aquel callejón de mala muerte? El miedo cambia a las personas, recordó. Eso era lo que solían decir los viejos curtidos en mil batallas. A él el miedo lo había paralizado en varias ocasiones, como en la escaramuza que había sufrido junto a Kunie. Sim embargo, ahora que empezaba a asimilar aquella sensación, el miedo a la muerte le mostraba como realmente era: un superviviente.
Ni héroe, ni justo, ni bondadoso. Sólo un tipo que apreciaba tanto su vida como para segar cualquier alma que tratase de arrebatársela. En un mundo como aquel, ¿quién podría culparle por ello?
De pronto, su cerebro se conectó de vuelta a la realidad y trató de escuchar lo que le decían. Anzu llevaba hablando un buen rato, pero sólo pudo captar sus últimas palabas.
-Putos yonquis -escupió, con desprecio-. Ahora entiendo que nos haya costado tanto tumbarlo... Y también que me atacara. Es un adicto al omoide -de repente su rostro se iluminó, como si acabase de recordar algo muy importante-. Lo cual, por otra parte, no puede ser mejor noticia. Estamos cerca.
—No puede ser mejor noticia —repitió, como un robot—. ¡¿No puede ser mejor noticia!? —exclamó, anonadado—. ¿Pero a dónde cojones me estás llevando?
En realidad, todo aquello no tendría que sorprenderle. Ya desde el principio, el Uchiha había tenido meridianamente claro que tendría que negociar con personas dedicada a la droga para sacar rentabilidad a su pequeño truco del Henge no Jutsu Invertido. Pero ahora que se enfrentaba a la realidad la situación le estaba superando. Por no decir que estaba acojonado.
—¿Y qué demonios es eso del omoide? —exigió saber.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado