13/05/2015, 01:27
(Última modificación: 13/05/2015, 01:28 por Sasagani Yota.)
Como si del abrazo de una madre se tratase, aquel sol abrasador de verano acariciaba mis mejillas obligándome a levantarme de aquella cama que me envolvía y no estaba dispuesta a soltarme. Pero aquel era un gran día, no debía ni podía permitirme gandulear. Así que que de un golpe levanté la sabana y salí de la cama como un resorte. Era el día de la graduación y como no, Uchiha Seiyo, osea mi padre lo había preparado todo para que aquel fuese el día de la graduación de sus pequeños Uchiha, solo ellos dos. Todavía no sabía como lo había logrado, pero lo cierto era que lo había conseguido. De cualquier modo, poco me importaba quién estuviese presente en aquel acto, tan solo debía ir, hacer lo que me dijesen y recibir mi bandana, siempre que todo saliese como esperaba. Fallar no entraba dentro de las posibilidades.
Tan rápido como pude me vestí con mi habitual atuendo negro y mi camiseta carmesí. No podía faltar la camiseta de manga corta negra con el símbolo Uchiha en mi espalda. Ya que aquello era un acto Uchiha, por así decirlo, no podía ser menos. Fui tan deprisa que me olvidé por completo colocarme los aretes. Recogí también mis armas, colocándome el mecanismo oculto con su kunai dentro en la muñeca izquierda, el portaobjetos con mis utensilios en el muslo derecho y aquella preciada kodachi, brillante como aquel sol justiciera en el cinto de mi espalda.
Como si fuese un gacela, cuando estaba completamente preparado salí disparado hasta la habitación de Kota.
-¡Hey niisan!- grité, abriendo aquella puerta de un solo golpe Joder... Aún estás así? ¡Vamos, ¡Qué hoy es el día del examen!-
Kota no tuvo tanta suerte como yo, aún se encontraba luchando contra las sabanas de su cama. Hice varios movimientos cortos y repetitivos con la mano indicandole que se diese prisa antes de volver a desaparecer. Bajé a la planta baja de la casa y me adentré en la cocina. Allí estaban ambos, Senju Naomi y Uchiha Seiyo, mis padres con el almuerzo preparado, esperándonos, seguramente con algún que otro consejo de padres.
-¡Buenos días! Venga, siéntate, no hay tiempo que perder pero... ¿Qué cojones está haciendo tu hermano?- dijo el hombre
-Adivina...- contesté mientras tomaba asiento y me servía un vaso de aquel zumo de naranja.
Tras la respuesta no se produjo respuesta, sino cara de decepción y acto seguido subió hasta el piso de arriba.
-¡Despierta de una vez, gándul! Hoy es el maldito examen ¡¡VAMOS!!- Si, era posible. Seiyo entro aún más violentamente de lo que lo hice yo, y en aquella ocasión era imposible que el muchacho no se hubiese levantado como un resorte; de hecho, incluso desde la cocina se oyeron los gritos.
Tan rápido como pude me vestí con mi habitual atuendo negro y mi camiseta carmesí. No podía faltar la camiseta de manga corta negra con el símbolo Uchiha en mi espalda. Ya que aquello era un acto Uchiha, por así decirlo, no podía ser menos. Fui tan deprisa que me olvidé por completo colocarme los aretes. Recogí también mis armas, colocándome el mecanismo oculto con su kunai dentro en la muñeca izquierda, el portaobjetos con mis utensilios en el muslo derecho y aquella preciada kodachi, brillante como aquel sol justiciera en el cinto de mi espalda.
Como si fuese un gacela, cuando estaba completamente preparado salí disparado hasta la habitación de Kota.
-¡Hey niisan!- grité, abriendo aquella puerta de un solo golpe Joder... Aún estás así? ¡Vamos, ¡Qué hoy es el día del examen!-
Kota no tuvo tanta suerte como yo, aún se encontraba luchando contra las sabanas de su cama. Hice varios movimientos cortos y repetitivos con la mano indicandole que se diese prisa antes de volver a desaparecer. Bajé a la planta baja de la casa y me adentré en la cocina. Allí estaban ambos, Senju Naomi y Uchiha Seiyo, mis padres con el almuerzo preparado, esperándonos, seguramente con algún que otro consejo de padres.
-¡Buenos días! Venga, siéntate, no hay tiempo que perder pero... ¿Qué cojones está haciendo tu hermano?- dijo el hombre
-Adivina...- contesté mientras tomaba asiento y me servía un vaso de aquel zumo de naranja.
Tras la respuesta no se produjo respuesta, sino cara de decepción y acto seguido subió hasta el piso de arriba.
-¡Despierta de una vez, gándul! Hoy es el maldito examen ¡¡VAMOS!!- Si, era posible. Seiyo entro aún más violentamente de lo que lo hice yo, y en aquella ocasión era imposible que el muchacho no se hubiese levantado como un resorte; de hecho, incluso desde la cocina se oyeron los gritos.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa