19/03/2016, 06:13
La pregunta que recibió en respuesta a esa pseudo advertencia hizo que el corazón se le acelerase considerablemente e incluso que sus mejillas adquirieran cierto rubor. Esa combinación entre esa manera de hablar y su inocencia enamoraba a Noemi aunque de una manera sana, no haría nada indebido con una niña ni tampoco la secuestraría aunque ganas le sobraban. ~Necesito conocer a sus padres… Así sabré como criar a mis niños… ~Pensaba mientras miraba embobada a la peliceleste incapaz de articular palabra, por lo menos por unos segundos.
Para no dejar esperando al tal Kuro, ambas chicas ingresaron al restaurante y le siguieron por un par de pasillos hasta lo que parecía ser la sala principal donde los clientes seguramente harían sus pedidos y comerían, aunque se podían vislumbrar algunas escaleras adicionales que daban a la planta alta, que de no ser por la aclaración del guía personal que se habían conseguido de puro milagro supondría que se trataba del sector "residencial", donde vivirían los dueños del local o algo así. Aunque claro, tuvo cierta desconfianza al ver como el hombre se le acercaba tanto, a una distancia más que peligrosa pero por suerte un ligero desvío hizo que se le quedase cerca del oído y pudiese susurrarle. —Ya veo… —Soltó la kunoichi al escuchar aquello, no pretendía quedarse pero… —Es una lástima… —Agregó al cabo de un instante suspirando levemente como si se le acabase de presentar un verdadero dilema, cosa que no era para nada cierta.
De cualquier manera, lo que sea que zurcase la mente de la rubia se iría tan rápido como llegó ya que una voz adicional se hizo presente, era la de un anciano en teoría y al cabo de un instante pudieron confirmarlo puesto que un hombre de cabellos blanquecinos se hizo presente haciendo que Noemi, al igual que Kuro y Eri, diese un pequeño salto causado principalmente por la sorpresa que le llevó escuchar esa voz proveniente de la nada. De todas formas no dijo nada, era obvio pensar que se trataba del abuelo que había mencionado el que las había guiado.
Luego del susto, al menos la de Takigakure pretendía presentarse ante el anciano, cosa de causarle la mejor impresión posible pero el más joven de los hombres allí presentes le ganó de mano diciéndole que las había invitado y claro, él les había asegurado que no tendrían que preocuparse por ningún tipo de gasto y así terminó por reafirmarlo el mayor. —Muchísimas gracias. —Soltó Sakamoto dedicándole una reverencia y como extra una de esas sonrisas que a tantos hombres había fascinado. —Por cierto, mi nombre es Sakamoto Noemi, encantada. —Agregó al poco dirigiéndose claramente al anciano pese a que había preguntado por el nombre de la peliceleste que parecía bastante más animada que hasta hacia unos segundos atrás.
De igual manera, la rubia terminó por desviar la mirada hacia el más joven de los hombres con una ligera sonrisa. —Entonces… ¿Que nos recomendaría ordenar? —Consultó llevándose ambas manos delante de su cuerpo, atrapando con delicadeza la muñeca de su brazo derecho con la zurda logrando que con ambos brazos su busto se viera realzado levemente de forma totalmente inconsciente. Según se había visto inicialmente, no tendrían ningún inconveniente con lo que se refería a mesas ya que el lugar estaba absolutamente vacío a excepción de aquellas cuatro personas que se mantenían conversando.
Para no dejar esperando al tal Kuro, ambas chicas ingresaron al restaurante y le siguieron por un par de pasillos hasta lo que parecía ser la sala principal donde los clientes seguramente harían sus pedidos y comerían, aunque se podían vislumbrar algunas escaleras adicionales que daban a la planta alta, que de no ser por la aclaración del guía personal que se habían conseguido de puro milagro supondría que se trataba del sector "residencial", donde vivirían los dueños del local o algo así. Aunque claro, tuvo cierta desconfianza al ver como el hombre se le acercaba tanto, a una distancia más que peligrosa pero por suerte un ligero desvío hizo que se le quedase cerca del oído y pudiese susurrarle. —Ya veo… —Soltó la kunoichi al escuchar aquello, no pretendía quedarse pero… —Es una lástima… —Agregó al cabo de un instante suspirando levemente como si se le acabase de presentar un verdadero dilema, cosa que no era para nada cierta.
De cualquier manera, lo que sea que zurcase la mente de la rubia se iría tan rápido como llegó ya que una voz adicional se hizo presente, era la de un anciano en teoría y al cabo de un instante pudieron confirmarlo puesto que un hombre de cabellos blanquecinos se hizo presente haciendo que Noemi, al igual que Kuro y Eri, diese un pequeño salto causado principalmente por la sorpresa que le llevó escuchar esa voz proveniente de la nada. De todas formas no dijo nada, era obvio pensar que se trataba del abuelo que había mencionado el que las había guiado.
Luego del susto, al menos la de Takigakure pretendía presentarse ante el anciano, cosa de causarle la mejor impresión posible pero el más joven de los hombres allí presentes le ganó de mano diciéndole que las había invitado y claro, él les había asegurado que no tendrían que preocuparse por ningún tipo de gasto y así terminó por reafirmarlo el mayor. —Muchísimas gracias. —Soltó Sakamoto dedicándole una reverencia y como extra una de esas sonrisas que a tantos hombres había fascinado. —Por cierto, mi nombre es Sakamoto Noemi, encantada. —Agregó al poco dirigiéndose claramente al anciano pese a que había preguntado por el nombre de la peliceleste que parecía bastante más animada que hasta hacia unos segundos atrás.
De igual manera, la rubia terminó por desviar la mirada hacia el más joven de los hombres con una ligera sonrisa. —Entonces… ¿Que nos recomendaría ordenar? —Consultó llevándose ambas manos delante de su cuerpo, atrapando con delicadeza la muñeca de su brazo derecho con la zurda logrando que con ambos brazos su busto se viera realzado levemente de forma totalmente inconsciente. Según se había visto inicialmente, no tendrían ningún inconveniente con lo que se refería a mesas ya que el lugar estaba absolutamente vacío a excepción de aquellas cuatro personas que se mantenían conversando.