20/11/2017, 23:53
La chica dispuso tan rápido como pudo la nota para que el chico pudiese leerla, pero el tiempo era algo que apremiaba. Éste apenas leyó la nota, cruzó varias veces los brazos frente a sí, señalando que no era necesario su ayuda. No estaba dispuesto a dar su labor a un tercero, era algo que estaba dispuesto a controlar por sí mismo.
—No, no. Gracias por la ayuda, pero yo me encargo. —confirmó con palabras a la vez.
El chico apresuró en correr de un lado a otro, buscando calmar las ansias de bromas y cachondeo que el grupo de jovenzuelos traía consigo. Por mas que apresuró, no sería suficiente como para evitar que todo ese jaleo llegase a oídos del hijo de la bibliotecaria, que aún mas presto alzó la voz en un indignado vociferio.
—¡SILEEEEEEEEENCIO!
La estructura de la misma biblioteca pareció retumbar del eco de la voz, haciendo el estridente grito aún mas grave. La atención de todos le fue dirigida al piso de arriba, donde el chico estudiaba. El silencio reinó por unos segundos, tras ello, todos parecieron mantener algo mas la calma y guardar un poco mas de lo que el otro reclamaba; silencio.
La chica podría observar que varios chicos se iban dirección a las mesas centrales, donde ya habían apartado una docena de libros. La mayoría de chicas habían acudido al piso de arriba, movidas por la curiosidad quizás. El joven encargado de los pequeños se quedó en el centro por el momento, pero tenía que estar en continuo movimiento pues los chicos estaban desperdigados por la mayor parte del habitáculo.
—No, no. Gracias por la ayuda, pero yo me encargo. —confirmó con palabras a la vez.
El chico apresuró en correr de un lado a otro, buscando calmar las ansias de bromas y cachondeo que el grupo de jovenzuelos traía consigo. Por mas que apresuró, no sería suficiente como para evitar que todo ese jaleo llegase a oídos del hijo de la bibliotecaria, que aún mas presto alzó la voz en un indignado vociferio.
—¡SILEEEEEEEEENCIO!
La estructura de la misma biblioteca pareció retumbar del eco de la voz, haciendo el estridente grito aún mas grave. La atención de todos le fue dirigida al piso de arriba, donde el chico estudiaba. El silencio reinó por unos segundos, tras ello, todos parecieron mantener algo mas la calma y guardar un poco mas de lo que el otro reclamaba; silencio.
La chica podría observar que varios chicos se iban dirección a las mesas centrales, donde ya habían apartado una docena de libros. La mayoría de chicas habían acudido al piso de arriba, movidas por la curiosidad quizás. El joven encargado de los pequeños se quedó en el centro por el momento, pero tenía que estar en continuo movimiento pues los chicos estaban desperdigados por la mayor parte del habitáculo.