14/04/2019, 20:55
El chico que había sido atracado al igual que el Inuzuka pareció caer en cuenta en ese preciso momento de que el ladrón se había dado a la fuga. Algo mas calmado, retomó una compostura mas calmada, aunque no por mucho tiempo. Para cuando volvió su vista hacia el Inuzuka, y éste rastreaba el olor del gordo, volvió a insinuar una arcada en silencio. No era para menos en realidad, el olor aún lo conservaba en la garganta...
Aclaró que sí que acompañaría al rastas, pues aún tenía que pagar al tendero. El hombre, aún algo afectado vigilaba desde la tienda, cabeceando de lado a lado ante la situación tan adversa. El chico terminó anunciando al mismo que regresaría para pagar, para tras ello caminar hacia el Inuzuka.
—De a cuerdo, pues vamos allá.
El chico hizo un inciso durante el camino, preguntando al rastas si era Inuzuka por esas marcas que llevaba. A decir verdad, lo había clavado. Pero tampoco era muy difícil, ¿no? es decir, no había demasiados clanes que tuviesen marcas faciales como ellos, y menos de colmillos rojos. Al menos era culto en ese asunto, o lo parecía.
—Así es, mi nombre es Inuzuka Etsu —anunció —¿y tú eres...?
Eso de socializar con personas no se le daba demasiado bien, tan solo esperaba no sonar demasiado tosco. Pero fuere como fuere, continuaron andando. No demasiado rápido, pero tampoco lento. El Inuzuka tenía mas que captado el para nada sutil aroma del ladrón, y podía huir... pero jamás podría esconderse.
Caminaron la calle casi por completo, hasta llegar a un cruce de caminos, allí tomaron la izquierda. El callejón era bastante menos grueso que el resto, y en éste apenas habían escaparates. A decir verdad, los pocos escaparates allí presentes estaban con las rejas bajadas, o apagados y cerrados del todo. Nadie circulaba por esa calzada, el flujo de gente allí era nulo, como una callejuela dejada de la mano de dios.
Al fondo, muy al fondo, se podía ver la silueta inconfundible del gordo, así como tres siluetas mas bastantes mas bajas y escuálidas. Casi del tamaño de una persona normal, recordando el tamaño del ladrón, era algo que podía llegar a confundirse.
Dos jóvenes pelirrojos, escuálidos y ataviados con ropas negras. Ambos llevaban un kimono negro, con mangas recortadas y una larga tira de tatuajes a lo largo del brazo. Parecían casi gemelos, salvo que llevaban distinto corte de pelo. Uno lo llevaba largo y liso, hasta media cintura, mientras que el otro lo llevaba corto y rizado. El tercero del grupo parecía fuera de lugar, llevaba gafas cuadradas y de montura fina, un elegante kimono azul con detalles caoba, y un riguroso y minucioso peinado tradicional.
—Allí están —avisó a Geki.
Aún estaban bastante alejados, y éstos no habían caído de la presencia de ambos genin. Seguían hablando entre ellos, parecían estar negociando algo. O quizás el hombre de posible alta clase solo era una víctima más...
Aclaró que sí que acompañaría al rastas, pues aún tenía que pagar al tendero. El hombre, aún algo afectado vigilaba desde la tienda, cabeceando de lado a lado ante la situación tan adversa. El chico terminó anunciando al mismo que regresaría para pagar, para tras ello caminar hacia el Inuzuka.
—De a cuerdo, pues vamos allá.
El chico hizo un inciso durante el camino, preguntando al rastas si era Inuzuka por esas marcas que llevaba. A decir verdad, lo había clavado. Pero tampoco era muy difícil, ¿no? es decir, no había demasiados clanes que tuviesen marcas faciales como ellos, y menos de colmillos rojos. Al menos era culto en ese asunto, o lo parecía.
—Así es, mi nombre es Inuzuka Etsu —anunció —¿y tú eres...?
Eso de socializar con personas no se le daba demasiado bien, tan solo esperaba no sonar demasiado tosco. Pero fuere como fuere, continuaron andando. No demasiado rápido, pero tampoco lento. El Inuzuka tenía mas que captado el para nada sutil aroma del ladrón, y podía huir... pero jamás podría esconderse.
Caminaron la calle casi por completo, hasta llegar a un cruce de caminos, allí tomaron la izquierda. El callejón era bastante menos grueso que el resto, y en éste apenas habían escaparates. A decir verdad, los pocos escaparates allí presentes estaban con las rejas bajadas, o apagados y cerrados del todo. Nadie circulaba por esa calzada, el flujo de gente allí era nulo, como una callejuela dejada de la mano de dios.
Al fondo, muy al fondo, se podía ver la silueta inconfundible del gordo, así como tres siluetas mas bastantes mas bajas y escuálidas. Casi del tamaño de una persona normal, recordando el tamaño del ladrón, era algo que podía llegar a confundirse.
Dos jóvenes pelirrojos, escuálidos y ataviados con ropas negras. Ambos llevaban un kimono negro, con mangas recortadas y una larga tira de tatuajes a lo largo del brazo. Parecían casi gemelos, salvo que llevaban distinto corte de pelo. Uno lo llevaba largo y liso, hasta media cintura, mientras que el otro lo llevaba corto y rizado. El tercero del grupo parecía fuera de lugar, llevaba gafas cuadradas y de montura fina, un elegante kimono azul con detalles caoba, y un riguroso y minucioso peinado tradicional.
—Allí están —avisó a Geki.
Aún estaban bastante alejados, y éstos no habían caído de la presencia de ambos genin. Seguían hablando entre ellos, parecían estar negociando algo. O quizás el hombre de posible alta clase solo era una víctima más...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~