13/02/2020, 15:02
Se despidió de aquel que hasta hacía unas horas era desconocido. Su sentido de la justicia y valores le habían llevado a tomarle cierto aprecio en el escaso tiempo que habían pasado juntos. Quizás aún no podría llamarle amigo, pero si se había empezado a ganar su respeto. De verdad era alguien con un sentido del honor bastante marcado y eso le agradaba, sabía que ese tipo de personas solían llegar alto, aunque quizás no siendo shinobis. Siempre se había antepuesto a aquello, le era indiferente lo que otros pensaran, incluso sus superiores. No era su camino ninja, desde luego, pero ese modus operandi era admirable.
Daba por hecho que acabarían trabajando juntos muchas otras veces y se lamentó por no pertenecer a la misma aldea que él, seguramente si así fuera pudieran entablar amistad más rápido. Tenían muchas cosas en común, otras que no tanto, pero lo cierto era que se había sentido a gusto colaborando con él como casi con ningún otro ninja que hubiese conocido hasta la fecha. Quizás solo alguien de su propia familia le habría superado en complicidad y trabajo en equipo. Aún era inexperto, claro, pero sabía identificar esas cosas.
Se despidió de él con la mano, seguramente iría a la cita que habían concertado justo antes de despedirse. Al menos así podría contarle lo descubierto en aquellos meses, en los cuales, su cabeza no se habría quedado quieta. Se alejaron unos metros, lo suficiente como para estar relativamente alejados de la casa de aquella mujer, pero no tanto como para no ver que había dos personas entrando al pueblo. Una grande, otra más pequeña. El pelo pelirojo de una de las figuras que parecía femenina entraba en aquel bajo barrio, con porte atlético acompañado de una figura aparentemente masculina, también musculada, portando una enorme kasa de hierro, arrastrando una gran katana tras de sí, herido, pero vivo.
Daba por hecho que acabarían trabajando juntos muchas otras veces y se lamentó por no pertenecer a la misma aldea que él, seguramente si así fuera pudieran entablar amistad más rápido. Tenían muchas cosas en común, otras que no tanto, pero lo cierto era que se había sentido a gusto colaborando con él como casi con ningún otro ninja que hubiese conocido hasta la fecha. Quizás solo alguien de su propia familia le habría superado en complicidad y trabajo en equipo. Aún era inexperto, claro, pero sabía identificar esas cosas.
Se despidió de él con la mano, seguramente iría a la cita que habían concertado justo antes de despedirse. Al menos así podría contarle lo descubierto en aquellos meses, en los cuales, su cabeza no se habría quedado quieta. Se alejaron unos metros, lo suficiente como para estar relativamente alejados de la casa de aquella mujer, pero no tanto como para no ver que había dos personas entrando al pueblo. Una grande, otra más pequeña. El pelo pelirojo de una de las figuras que parecía femenina entraba en aquel bajo barrio, con porte atlético acompañado de una figura aparentemente masculina, también musculada, portando una enorme kasa de hierro, arrastrando una gran katana tras de sí, herido, pero vivo.
El ruido metálico sonaba a la lejanía, el entrechocar de quizás alguna parte metálica que portasen las figuras, quizás desconocidas, o no. Con claros indicios de batalla, se fueron perdiendo entre las calles del barrio residencial...
CONTINUARÁ...