11/08/2022, 00:11
Mochi sonrió, cuando la roca fue interceptada por otra persona debilitando en gran parte el impacto, aunque en parte fue decepcionante ver que no fue Datsue quien detuvo aquella gran piedra. Algo en el Uzukage le recordaba a Raiden, peleando más adelante e intentando evitarles el mayor peligro a los más débiles. Raiden luchaba por eso precisamente, por que el futuro de los copos de nieve no fuera simplemente derretirse ante un poco de calor por el sol.
Pero aquella breve felicidad le duró poco cuando volteó su rostro hacia su compañero de equipo.
En una de sus manos, una pequeña esfera empezaba a condensarse lentamente. Motas de colores blancos y negros se juntaban en sucesión sobre una esfera más grande. A Ushi le faltaba el aliento, y respiraba con dificultad por el inmenso gasto que había hecho, pero fue capaz de reconocer lo que estaba pasando. Sabia lo que debía de hacer.
— ¡¿R-Raiden?! ¡¿Que haces?! ¡Los vas a matar a todos!
Y una de las manos del General se posó sobre el brazo que sostenía la densa esfera de energía mientras todo su cuervo vibraba.
— Eres demasiado blando — dijo su propia voz, pero con un tono de voz completamente distinto.
— ¡Esto no es lo que acordamos! ¡Tengo la situación bajo control!
— ¿De verdad? ¿Y por qué no has destruido todas esas motas de polvo que intentan revelarse contra mí de una vez? ¡Sabes que tienes poder más que de sobra para borrarlos del mapa con facilidad, y aquí estas jugando contra el enemigo! No hay cabida para peleas amistosas
— ¡El Uzukage esta en medio! ¡Pero lo tengo todo baj- — Pero su brazo cada vez se sentía más pesado, hasta el punto de hundir sus piernas en la propia roca.
— El Uzukage ya no esta en medio. No pienso desaprovechar una ocasión así.
Ushi tragó saliva, y sin mediar palabra, empezó a formar otra flecha en una de sus manos. Raiden fue capaz de verlo en el momento, pero cada vez le costaba más controlar sus propias acciones.
— ¿¡Ushi!? ¡¿Que cojones estas haciendo?! ¿¡Que piensas hacer!?
— Kurama sabía que esto podría pasar. Pero no te preocupes, todo acabará en un instante
— ¿¡Lo teníais pensado desde un principio!? ¡¿Pensabais sacrificarlos a todos!? ¡USHI DETENTE AHORA MISMO!
— Lo siento Raiden, de verdad
Raiden se retorció, soltó la mano con la que estaba sujetando el brazo opuesto e intentó redirigir como pudo la dirección hacia el cielo. Contrajo el brazo y gritó de desesperación sin poder hacer nada para evitarlo.
La esfera recorrió una gran distancia, y poco después un destello la siguió interceptándola en mitad del campo de batalla.
Kinjutsu: Hoshi no Kaimetsu-tekina
Sus pasos resonaron para todos los presentes con más intensidad de lo que lo estaban haciendo los truenos. Puede que muchos de ellos ahora estuvieran parcialmente sordos o hubieran perdido algo de vista ante el incandescente destello que provoco la explosión.
Raiden caminó entre los cuerpos maltrechos de los que escapaban quejas, gritos de socorro y algún que otro gimoteo inaudible e indescriptible. El Uzukage tan solo había desaparecido por un momento y aquello fue más que suficiente para que el General creara una catástrofe en tan solo unos instantes. La flecha iba dirigida a Datsue con la precisión de un cirujano, hasta el punto de haber pasado por varios huecos entre armas, cuerpos y otras técnicas que pudieran parar su avance.
Los ojos de Raiden estaban prácticamente en blanco ante la destrucción que había sembrado, apenas un punto en sus blancos ojos denotaban sus pupilas. Su rabia e ira contenida carecían de sentido, de la misma forma de por todo lo que había luchado hasta ahora. Todos por los que había luchado ahora yacían en el suelo, algunos de ellos sin vida. ¿Que había hecho? ¿Por qué? ¿Se había equivocado toda su vida? ¿Estaba haciendo lo que no debía?
Ushi posó la mano sobre su hombro y en parte lo hizo para evitar tropezar, Raiden pudo denotar que su habitual semblante serio estaba apunto de quebrarse.
— N-No llores. No podemos demostrar debilidad ante el enemigo
Pero aquella breve felicidad le duró poco cuando volteó su rostro hacia su compañero de equipo.
En una de sus manos, una pequeña esfera empezaba a condensarse lentamente. Motas de colores blancos y negros se juntaban en sucesión sobre una esfera más grande. A Ushi le faltaba el aliento, y respiraba con dificultad por el inmenso gasto que había hecho, pero fue capaz de reconocer lo que estaba pasando. Sabia lo que debía de hacer.
— ¡¿R-Raiden?! ¡¿Que haces?! ¡Los vas a matar a todos!
Y una de las manos del General se posó sobre el brazo que sostenía la densa esfera de energía mientras todo su cuervo vibraba.
— Eres demasiado blando — dijo su propia voz, pero con un tono de voz completamente distinto.
— ¡Esto no es lo que acordamos! ¡Tengo la situación bajo control!
— ¿De verdad? ¿Y por qué no has destruido todas esas motas de polvo que intentan revelarse contra mí de una vez? ¡Sabes que tienes poder más que de sobra para borrarlos del mapa con facilidad, y aquí estas jugando contra el enemigo! No hay cabida para peleas amistosas
— ¡El Uzukage esta en medio! ¡Pero lo tengo todo baj- — Pero su brazo cada vez se sentía más pesado, hasta el punto de hundir sus piernas en la propia roca.
— El Uzukage ya no esta en medio. No pienso desaprovechar una ocasión así.
Ushi tragó saliva, y sin mediar palabra, empezó a formar otra flecha en una de sus manos. Raiden fue capaz de verlo en el momento, pero cada vez le costaba más controlar sus propias acciones.
— ¿¡Ushi!? ¡¿Que cojones estas haciendo?! ¿¡Que piensas hacer!?
— Kurama sabía que esto podría pasar. Pero no te preocupes, todo acabará en un instante
— ¿¡Lo teníais pensado desde un principio!? ¡¿Pensabais sacrificarlos a todos!? ¡USHI DETENTE AHORA MISMO!
— Lo siento Raiden, de verdad
Raiden se retorció, soltó la mano con la que estaba sujetando el brazo opuesto e intentó redirigir como pudo la dirección hacia el cielo. Contrajo el brazo y gritó de desesperación sin poder hacer nada para evitarlo.
La esfera recorrió una gran distancia, y poco después un destello la siguió interceptándola en mitad del campo de batalla.
Kinjutsu: Hoshi no Kaimetsu-tekina
Sus pasos resonaron para todos los presentes con más intensidad de lo que lo estaban haciendo los truenos. Puede que muchos de ellos ahora estuvieran parcialmente sordos o hubieran perdido algo de vista ante el incandescente destello que provoco la explosión.
Raiden caminó entre los cuerpos maltrechos de los que escapaban quejas, gritos de socorro y algún que otro gimoteo inaudible e indescriptible. El Uzukage tan solo había desaparecido por un momento y aquello fue más que suficiente para que el General creara una catástrofe en tan solo unos instantes. La flecha iba dirigida a Datsue con la precisión de un cirujano, hasta el punto de haber pasado por varios huecos entre armas, cuerpos y otras técnicas que pudieran parar su avance.
Los ojos de Raiden estaban prácticamente en blanco ante la destrucción que había sembrado, apenas un punto en sus blancos ojos denotaban sus pupilas. Su rabia e ira contenida carecían de sentido, de la misma forma de por todo lo que había luchado hasta ahora. Todos por los que había luchado ahora yacían en el suelo, algunos de ellos sin vida. ¿Que había hecho? ¿Por qué? ¿Se había equivocado toda su vida? ¿Estaba haciendo lo que no debía?
Ushi posó la mano sobre su hombro y en parte lo hizo para evitar tropezar, Raiden pudo denotar que su habitual semblante serio estaba apunto de quebrarse.
— N-No llores. No podemos demostrar debilidad ante el enemigo