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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Día 24 de Viento Gris, Invierno del año 202.

Eri bostezó una vez se había incorporado en la cama, aún era temprano y podía sentir el frío que hacía fuera. Sin embargo no había tiempo que perder aquel día, así pues, se puso en marcha, de forma que en menos de una hora ya estaba colocándose su túnica delante de la puerta. Tomó sus pertenencias y salió por la puerta, sin olvidarse de dejarle las llaves a su vecina por si pasaba algo, porque regar las plantas dudaba mucho de que lo hiciese por ella.

Tampoco es que tuviese plantas.

¡Eriiiiii! — Canturreó la mujer antes de que la kunoichi decidiese salir corriendo hacia su destino. — ¡Cuídate! — La susodicha asintió y se despidió con un leve movimiento de su mano izquierda, comenzando a andar hacia su destino.

Todavía tenía tiempo, así que decidió disfrutar de la fría mañana de invierno que corría por las calles de la Villa Oculta entre Remolinos. No había mucha gente por las calles, así que no pudo pararse a ver si reconocía a alguien y desearle suerte en el día que tenían por delante, y lo peor es que no entendía de dónde le salía tanta alegría, si no acostumbraba a dialogar con muchas personas a lo largo del día.

Incluso hacía tiempo que no hablaba con Toyo.

Dejó escapar un suspiro cuando ya vislumbraba la gran torre donde la habían hecho llamar, y el aire gélido de la mañana meció sus cabellos e hizo que la joven estornudase, por lo que decidió meterse dentro de la recepción a esperar que su turno llegara.

Buenos días. — Susurró una vez pasó el umbral, dejando atrás el puente que conectaba la villa con la torre, luego hizo una inclinación de cabeza de forma cordial y se retiró a un rincón para no molestar a las personas que acudiesen allí.

Todo esto con una pregunta en la mente.

''¿Qué pasará hoy?''

La verdad es que la experiencia no le favorecía en lo absoluto.
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#2
Riko estaba asomado a la ventana, con los brazos sobre el poyete de la misma y los cristales abiertos de par en par, dejando que el frío propio de las horas que eran inundara la habitación y le golpeara en la cara. A pesar de ser bastante pronto, el de rastas llevaba un rato despierto, quizás era una tontería, pero estaba bastante nervioso. Le habían dicho que tenía que acudir aquella mañana al edificio de la Uzukage, y realmente no sabía por qué, lo que sí sabía era que tenía algo que explicarle a Shiona-sama, y que aquella era la oportunidad que estaba esperando.

Uno de los criados de la familia Haiso entró por la puerta, dispuesto a despertar a Riko, y cuando entró, se llevó una gran sorpresa.

Señorito, ha madrugado usted mucho esta mañana, ¿quiere que le prepare el desayuno?

Riko se volvió para mirar al hombre de mediana edad que se situaba en el umbral de la puerta, esperando a que el joven le diera una respuesta para marcharse a hacer sus quehaceres.

Sí, gracias, ahora mismo bajo. — Sonrió el muchacho.

Rápidamente el criado salió de la habitación, y en ese mismo momento, el rastas comenzó a preparar sus cosas, se vistió y cuando tuvo todo listo, cogió su abrigo y salió de la habitación, en dirección a la salita, donde le esperaba un plato con bollitos, de estos que se hacen sin huevo para personas con su problema, y una taza de chocolate caliente, que, con el tiempo que hacía, apetecía en exceso.

Cuando terminó, el joven se enfundó su abrigo, se abrochó y rápidamente salió de la casa, en dirección a su destino. Riko estaba completamente sumido en sus pensamientos, por lo que el viaje se le hizo demasiado corto, cuando quiso darse cuenta estaba cruzando el puente que daba paso al edificio.

Buenos días. — Saludó el joven al entrar al edificio, y rápidamente miró a su alrededor para ver donde podía sentarse a esperar, y fue en ese momento en el que vio a alguien que le resultaba familiar, aquel pelo azul verdoso no era muy común. — ¡Hombre Eri, muy buenos días! ¿Cómo tu por aquí? — Preguntó el joven, en un tono de voz demasiado alto para el lugar en el que se encontraban, y se acercó a su compañera de villa.
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#3
Solo había un adjetivo capaz de describir la situación de la recepción en esos instantes y era, ajetreada. Porque caos no es una palabra que tenga cabida en Uzushiogakure.

Todo está perfectamente ordenado, pero dentro de ese orden había gente y por lo tanto, había bullicio tanto detrás como delante del escritorio de madera en el que la recepcionista intentaba explicarle a una señora bajita en sus cuarenta y muchos que para registrar a su niño en la academia tenía que ir a la academia no a ver a la kage.

Dejando a un lado a esa mujer, había dos hombres conversando tras la linea de espera llevaban chaleco de Chunnin así que la probabilidad de que vinieran a ver a Shiona-sama era alta.

Además, la recepcionista tenía que ir revisando y firmando algunos papeles que le traian y justo despues se llevaban aquellas figuras misteriosas que subían y bajaban las escaleras. Dos personas por detrás de ella, en una pequeña mesa dentro de recepción estaban revisando escrupulosamente más y más hojas y pergaminos. Esas personas de vez en cuando tambien llamaban a la chica para preguntarle algo sobre algún papel en concreto.

Así que tenían para rato de esperar.
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#4
Observó el panorama fijando sus ojos verdosos en la recepcionista y por unos instantes sintió lástima por la pobre mujer que se encontraba al otro lado del mueble de madera, y es que no era fácil ser uno cuando todos los de la villa, prácticamente, se aglutinaban en frente de tu mesa para consultar mil y una cuestiones.

Eri suspiró y se sentó en una de las sillas que había allí, ya que, viendo cómo iba a ser la mañana, prefirió no hacer cola detrás de toda esa gente hasta que se disipase un poco el bullicio.

Entonces la puerta volvió a abrirse, seguido de un buenos días tal como ella había dicho segundos después de entrar en la estancia; pero algo hizo que la joven reparase más en aquel muchacho que había entrado.

''¡Es Riko!''

En su mente sonó emocionada al encontrarse con el chico de apellido Haiso, y al parecer, el chico también reparó en ella, ya que nada más verla, la saludó.

¡Hombre Eri, muy buenos días! ¿Cómo tu por aquí? El tono de voz del chico sonaba alto, y Eri tardó unos minutos en procesar la información puesto que la mitad de su cabeza seguía dormida, bajo las sábanas.

Buenos días Riko. — Saludó en un tono de voz más bajo que el del chico. — Me enviaron un mensaje de que hoy tendría que estar aquí, a lo mejor será otra misión, y espero que esta la complete de verdad... — Susurró aquello último más para ella que para el de rastras, y es que nunca tuvo oportunidad de terminar una misión de verdad. —¿Y tú? ¿Qué haces aquí? — Preguntó, curiosa.
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#5
Cuando el rastas entró al edificio pronto se dio cuenta del gentío que allí se encontraba, la pobre recepcionista parecía tener un día muy ajetreado, pues a pesar del bullicio que aquella mañana había, estaba ella para atender a todos los que se presentaran al lugar, por lo que, inmediatamente, el de rastas supo que tendría que esperar un rato para que fuese su turno.

Para alivio de Riko, entre toda la gente consiguió reconocer en seguida una cara conocida, lo que amenizaría la espera.

Buenos días Riko. Me enviaron un mensaje de que hoy tendría que estar aquí... El resto de la frase no llegó a escucharla bien, pues el tono de su compañera de villa no le facilitó para nada el poder entenderlo. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

El joven genin rápidamente cayó en la cuenta de que quizás les habían hecho llamar a los dos por algo, quizás iban a realizar una misión juntos, lo cual, siendo sinceros, le tranquilizaba un poco, al menos compartiría su primera misión con alguien conocido, y por qué no decirlo, una amiga.

¡Vaya, qué casualidad! A mi también me llegó un mensaje que me decía que tenía que venir hoy aquí. ¿Crees que será una misión para los dos? — Era lo que Riko esperaba, si no, ¿por qué iban a llamar a dos genin el mismo día y a la misma hora al edificio de la Uzukage?

Rápidamente, mirando una última vez a su alrededor, el moreno tomó asiento en una silla al lado de Eri.

¿Crees que tendremos que esperar mucho?
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#6
La mujer mayor se fue, por fin, a la academia para inscribir a su hijo como futuro Shinobi de Uzushiogakure. Ahora el par de Chunnins estaban en el mostrador, sin embargo, la recepcionista estaba explicandole algo a una de las personas que estaban dentro de la recepción revisando archivos.

Al parecer, al duo de Chunnin no le preocupaba tardar un poco en recibir la atención de la muchacha al cargo, ya que hablaban animadamente de lo que iban a hacer despues de informar a la Uzukage de su misión. No parecían tener ningún problema con esperar el tiempo que hiciera falta.

Al menos, tenían tiempo para ponerse al día antes de subir a pedir la misión. Tiempo indefinido.
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#7
¡Vaya, qué casualidad! A mi también me llegó un mensaje que me decía que tenía que venir hoy aquí. ¿Crees que será una misión para los dos?

La joven solo alcanzó a encogerse de hombros, sinceramente, no le habían mencionado sobre nada, solo que tenía que ir aquel día allí. Quizá había hecho algo mal y querían decírselo, o simplemente querían felicitarla por su trabajo. ¿Quién sabía? Ella desde luego no tenía ni idea de qué hacía allí.

Solo esperaba que fuera algo bueno.

Es más, se imaginaba a ella misma cruzando los dedos en su imaginación para que le tocara algo bueno, o duradero, lo que primero llegase.

¿Crees que tendremos que esperar mucho?

No lo sé. — Admitió, desviando su mirada hacia el dúo de Chunnin que charlaban animadamente delante del mostrador, y no encontraba a la recepcionista por ninguna parte. — Pero no pasa, deben estar ocupados; mejor no molestarles. — Alegó, dejando caer sus hombros en un gesto cansado.

Por un lado, ya quería comenzar.

Por cierto, Riko. — Llamó al de rastras. — ¿Tu... Me viste en el Torneo? — Preguntó con cautela, ya que era un tema delicado para la mayoría de la gente. —Me refiero, sé que estabas allí, ya que nos conocimos allí, pero como pasó... Lo que pasó. — Cogió aire. — Es decir, erm... ¿Qué te ocurrió?

Temerosa, se mordió el labio inferior mientras retorcía sus manos por debajo de su túnica. ¿Habría visto el halo de chakra que la rodeó a la par que a Ayame? ¿Debería hablarlo con Shiona? La verdad es que no había reparado en ese pequeño detalle hasta ahora...

Aunque, por otro lado, no tenía ni idea de que ella tenía ese tipo de cosas, ni si quiera de dónde salió. ¡Era una médica que había llevado una vida normal toda su vida! ¿Acaso ya lo sabría la Uzukage? Se sentía confusa.
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#8
La muchacha parecía algo apática desde el principio, y según iban hablando, el de rastas de iba dando cuenta de que no estaba lo que se dice feliz, quizás era producto de las horas que eran, al fin y al cabo, no dejaba de ser bastante pronto y no todo el mundo es capaz de estar activo a esas horas, por lo que Riko prefirió no darle mayor importancia.

No lo sé. Pero no pasa, deben estar ocupados; mejor no molestarles.

Tenía razón, el moreno fijó su mirada en el lugar en el que se suponía que tendría que encontrarse la recepcionista, que, de un momento a otro se había ido y ahora no sabía donde se encontraba, por lo que tardarían, al menos, un rato más en poder acercarse hablar con ella para que les dejara subir a ver a Shiona-sama.

Por cierto, Riko.

Aquellas palabras le sacaron de su ensimismamiento, al fi y al cabo, el también se había despertado pronto y estaba poco espabilado.

¿Tu... Me viste en el Torneo? Me refiero, sé que estabas allí, ya que nos conocimos allí, pero como pasó... Lo que pasó. Es decir, erm... ¿Qué te ocurrió?

Aquella pregunta le pilló por sorpresa pero, al fin y al cabo, era normal que, siendo compañeros de villa se preguntaran aquello, todo el mundo vivió su pequeña historia. Riko cogió un poco de aire y se recostó en la silla, dejándose caer levemente.

Pues verás... Sí, sí te vi en el torneo, estuve allí en la final, pero... cuando pasó... lo que pasó... No vi nada más, se derrumbó la parte del estadio en la que estaba con mis padres y... — Se le empezó a formar un nudo en la garganta, no era un tema fácil del que hablar. — Bueno, ¿y que fue de ti? Es decir, estabas allí, en medio de todo, ¿que pasó? — Preguntó, pues al fin y al cabo, nadie mejor que Eri para contarle lo que sucedió al fin y al cabo estuvo a escasos metros del monstruo que se apareció en el estadio.


Perdón por la tardanza Eri, no he tenido mis mejores días. Lengua
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#9
Fueron testigos de cómo finalmente, los dos chunnins subían las escaleras, muy probablemente en dirección al despacho de su kage. Ahora la secretaria les hacia señales para que se acecaran ya que estaban parados hablando como si tal cosa con la de cola que tenían detrás.

Chicos, ¿en qué os puedo ayudar? — les preguntó la joven que se encontraba tras el mostrador.

Venga jovenzuelos, que no tenemos todo el día. ¡Dejaos de amorios y avanzad!

Les gritaba una anciana desde el final de la cola.

La recepcionista solo los miraba esperando que se acercaran para ver qué querían, mientras intentaba que el jaleo no fuera a mayores.
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#10
Pues verás... Sí, sí te vi en el torneo, estuve allí en la final, pero... cuando pasó... lo que pasó... No vi nada más, se derrumbó la parte del estadio en la que estaba con mis padres y... Bueno, ¿y que fue de ti? Es decir, estabas allí, en medio de todo, ¿que pasó?

Notó como a medida que comentaba lo ocurrido iba poco a poco bajando el tono de voz hasta que la atención fue a parar sobre la de cabellos azulados, sin embargo, todavía no era su momento para lucirse.

Chicos, ¿en qué os puedo ayudar? — les preguntó la joven que se encontraba tras el mostrador.

Venga jovenzuelos, que no tenemos todo el día. ¡Dejaos de amorios y avanzad!


¡Lo sentimos! — Se apresuró a decir mientras tomaba a Riko de la manga y tirar de él para que ambos acabasen delante de la recepcionista, luego lo soltó y se aventuró a decir. — Buenos días, mi nombre es Mizumi Eri y venía a por una misión. — Se presentó mientras informaba de lo que había venido a hacer, más que nada porque no quería demorarse más en aquel lugar y empezar cuanto antes lo que sea que la mandasen.

Pero esperaba no tener que limpiar excrementos de perro.

Entonces sus ojos se desviaron hacia Riko, esperando una respuesta de su parte ante la pregunta de la recepcionista.
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#11
La conversación acerca delo ocurrido en el Torneo de los Dojos tendrían que dejarla para otro momento, al parecer la recepcionista del edificio había regresado y ya había despachado a todos los que había delante de ellos esperando, por lo que rápidamente les llamó.

Chicos, ¿en qué os puedo ayudar? — les preguntó la joven que se encontraba tras el mostrador.

Riko se sobresaltó un poco, pues no esperaba que les fueran a llamar tan rápido y miró a la recepcionista.

Venga jovenzuelos, que no tenemos todo el día. ¡Dejaos de amorios y avanzad!

Una anciana parecía tener demasiada prisa, nunca le había caído bien la gente que no tiene un poco de educación, si querías que te atendieran el primero, llega el primero y así no das la lata. Riko le dirigió una mirada a la anciana, demostrando que no tenía por qué meterles prisa, que hubiera madrugado más.

Eri entonces tiró de él, acercándose así ambos a la recepción del edificio.

Buenos días, mi nombre es Mizumi Eri y venía a por una misión.

El rastas miró a su compañera, y contestó exactamente de la misma manera en que ésta lo había hecho, de todas formas, era lo más probable, que fuera una misión, y si decía otra cosa entraría cada uno por su cuenta, así que... mejor eso.

Mi nombre es Haiso Riko, y vengo por lo mismo que ella. — Relató, con una sonrisa en la cara, agradeciendo el que les hubiera avisado para acercarse.
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